enero 05, 2009

Entre el fracaso y la nostalgia

He salido de mi examen, me ha ido mal, no pienso en lo que vendrá y busco a alguien conocido en la multitud dispersa en la universidad. Adriano está caminando, me acerco a él y me doy cuenta que él está peor o igual que yo, hablamos y nos reímos.
Ahí estamos Adriano y yo, dos triqueros en potencia, enmascarando las penas con risas taimadas, engañando a todo aquel que está dispuesto a pasar por nuestro costado. Alardeamos de nuestro fracaso, buscamos gente que se una al club, pero es inevitable pensar en la desgracia.
-Ya pues, ya paso loco – Adriano trata de apaciguar el ambiente.
Sigo caminado sin rumbo (¿alguna vez tuve un rumbo fijo?), busco una coca-cola, pago, me voy a tomarla tranquilo, tratando de pasar el trago amargo el cual estoy viviendo (y no es haber jalado por tercera vez matemática ¡NADA QUE VER!) si tan solo pudiera decir lo que siento y no sonreír por sonreír.
El entorno está rodeado de sonrisas y penas, ya estoy cansado de soportar la multitud de diferentes emociones que me rodea, si volteo a la derecha un pata putamadrea su vida por jalar, si miro a mis izquierda una flaca salta de la alegría por haber aprobado, que deprimente es este lugar, es mejor buscar a alguien con quien desahogarme.
Por suerte me acaba de llamar Christiam, por ahora mi único refugio, una suerte de psicólogo de la calle, un psicólogo empírico. Le podré contar todo este rollo que no me deja dormir, que no me deja pensar, que no me deja ser quien yo quiero ser.
En el camino pienso en lo que quiero de esta vida, pienso en que me duele no poder ser lo que quiero, es estar en una cárcel donde eres incapaz de salir. Pero bueno, el viento (como siempre) cumple su rol de golpear con furia mi rostro.
He pensado muchas veces en ser sincero con papá y decirle que esta inversión no tiene sentido, que cuando me habla de la crisis económica del mundo no entiendo ni una palabra (la única crisis que conozco es la de mi vida) pero si le digo todo esto sería para matarlo de un infarto… ¿Cuándo tendré los huevos para decírselo?
Esto es todo, mejor voy donde Christiam ya es suficiente filosofía para esta cabeza de mierda.
-¿Quieres uno?- hoy no quería fumar, pero las circunstancias se dan y no voy a huir de esto, fumaré porque prefiero matarme de a poquitos con este placer a que matarme pensando en mi vida (que esto sí que no es un placer).
¿Por qué Christiam me habla de eso? Yo sabía que también tenía problemas, pero no cuáles, solo que los ocultaba bien, pero a mí no me engañaba, yo sabía muy bien que, al igual que yo, solo vivía ocultando lo que siente.
No pensé en verlo así a Christiam, suerte que nos olvidamos del asunto y nos volamos dos cajetillas mientras yo ponía música para apaciguar el ambiente ¿Llegaré tarde a mi casa?
Es mejor tomar rumbo a casa, la verdad es que si llego tarde y con este olor a nicotina mi papá me va a matar, mejor apuro el paso y trato de llegar rápido.
¿Por qué tengo este aire a melancolía, a perdedor, a fracaso? Bueno, pues no lo sé. He pensado seriamente en todo lo que me pasa y mi conclusión es que debo de ahogarme entre alcohol ¿funcionará? Espero que si. Bueno ahí viene el carro, lo tendré que tomar, me sentiría más motivado a subirlo si me llevara a cualquier otro lugar menos a casa.
-¿Esquina baja?- me pregunta el cobrador.
-(No huevón subo) si, esquina baja- algún día de estos lo mando a la mierda ¿Qué acaso son sordos?
Ese es mi barrio, un tanto silencioso, vacios, frívolo. Si no fuera porque es un lugar estratégico con el movimiento de la ciudad y mis “amistades”, le diría a mis padres para salir de esta letrina de una vez por todas.
Amo mi cuarto, a decir verdad es lo único bueno de mi casa. Mi reducida biblioteca, el mini-componente, la guitarra, la computadora, las tonteras que escribo, mi cama… son cosas con las que podría ser feliz.
Papá no ha llegado, es motivador que no este acá, pero presiento que el pensar como pienso es una bomba de tiempo que va a estallar en el peor momento. Seria sano que estudie para mañana, pero no quiero sabes nada de contabilidad, tan solo quedan contar el tiempo que me queda para morir con la noticia que le daré a mi viejo.
Mejor duermo, tal vez llegue mi papá y me encuentre así, dormido… como siempre.
[Escrito el 9 de diciembre del 2008]