diciembre 13, 2010

El Final Feliz

[ A Evert, que si no hubiera sido por su espera, nunca lo habría terminado. A Arturo y Rafael, personas inspiradoras. A Jorge, Alexandra, Aleha y Koki, amigos. Y todos los olvidados por mi ingrata memoria. ]

Hace poco más de doce años partí de esta pequeña (en aquel entonces pequeña) ciudad y me aventuré a viajar por el mundo. Todo empezó con una beca que gané, aun con mis pocas expectativas, y me proporcionó un pasaporte de estudiante directo a Europa, pasaporte que goce hasta haber conocido todos los rincones del viejo continente. Viviendo al paso en pensiones, hoteles baratos, departamentos compartidos o la casa de algún amigo.
Cada lugar dejó marcado algo de mí, alguna historia, alguna alegría, alguna tristeza, algún desamor o algún sueño, aunque siempre supe que no duraría mucho tiempo en cada lugar, siempre tuve la certeza de que ya no estaría ahí en cualquier momento, es quizá por lo cual ningún lugar perdió su encanto, su magia, porque nunca me atreví a quedarme mas de lo debido, solo el tiempo hace de una realidad fantástica, una repetición que al final termina por aburrirnos.
He vuelto después de tanto tiempo, veo que muchas cosas han cambiado, las calles que recorría no son las mismas, pero la gente sigue siendo la misma, no ha perdido esa peculiar familiaridad que siempre me gustó.
Mis primeros meses viví solo de ahorros que fui juntando de a pocos en todo mi recorrido. Encontré un departamento donde instale mi mundo, acomodé mi vida, mis libros, algunas pinturas, recuerdos, mi colección de monedas e incluso algunas fotos que todavía siguen guardadas en un baúl. Es un departamento cerca al mar, a una librería y a un café que empecé a frecuentar desde mi llegada.
Al poco tiempo me encontré con unos amigos de la universidad y otros tantos del colegio, amigos que hacía mucho que no veía, amigos con los que, por cuestiones del destino, me crucé más de una vez en mis viajes.
Fue raro encontrarme con aquellas personas después de tanto tiempo, conversamos sin parar, la reunión se prolongó hasta el amanecer y alguna que otra amiga ya se había ido.
En una conversación, alguien me dijo que postule a alguna universidad, que era muy probable que me den una plaza como profesor ya que mi título todavía tenía validez, así que, con el sabio consejo que me dieron, me presenté a toda universidad que pude, acompañado de un curriculum que dejaba mucho que desear (nunca trabajé en algo que defendiera mi vocación, cafés, bares, tiendas y en cosas que poco tenían que ver con mi profesión, salvo un pequeño trabajo como profesor de idiomas y alguna que otras traducciones de artículos para diarios)
Para mi sorpresa, una universidad me aceptó como profesor, supuestamente vio en mí lo que buscaban. La universidad era nueva y estaba evocada al compromiso social de los estudiantes. Empecé dictando cursos básicos y alguno que otro idioma, poco a poco pusieron a cargo de cursos que me gustaban más. Conocí colegas con los que me pasaba interminables horas conversando en el cafetín, de novelas, películas y lo molestoso que era corregir numerosos exámenes. Hasta ahora me siento bien como profesor, me siento cerca de los jóvenes y de toda su energía. Algunos alumnos me saludas con cierto cariño y respeto, con otros alumnos me siento identificado y me hacen recordar a mi fascinante época de estudiante.
En aquel café, una tarde de verano, conocí a una mujer de cabello ondulado, de ojos miel, de mirada suave y de gestos graciosos. Conversamos y hasta ahora no hemos dejado de hacerlo. Pasábamos mucho tiempo juntos, compartimos un año de amistad antes de formalizar la relación, luego ella dejó su departamento y se traslado a vivir conmigo cuando por fin me había dado cuenta que ella se había instalado en mi vida como yo en esta ciudad, en busca de seguridad, comodidad y extraña tranquilidad.
La universidad me pagaba congresos en diferentes países y ella me acompañaba. Ella también es profesora, pero de otras materias que poco o nada tienen que ver con lo mío, hasta ahora ella no deja de sorprenderme, siempre tiene tiempo para todo. No hemos perdido esa increíble conexión que nos unió el primer momento en que nos vimos y creo que es recíproco. Siempre me ve con curiosidad, disfruta de jugar con mi cabello y me mira de manera extraña cuando duermo.
Una noche llegamos de viaje y ella me abrazó cuando nos tiramos en la cama, exhaustos por el viaje “Estoy embarazada” me dijo al oído llena de felicidad. A los nueve meses nació una niña que se parecía demasiado a su madre. Se unió a la tribu de viajeros que disfrutaban de viajar y sonreírle a la rara tranquilidad que cada vez era más invulnerable.
No he podido ser más feliz al lado de ellas, siempre que vuelvo al departamento sonrió a penas clavo mi llave en la puerta, trato de sorprenderlas con algún regalo o lo que fuera.
Todas las mañanas me despierto antes que ellas y me pongo a escribir.

mayo 27, 2010

Tantas veces Francisco

-Tengo miedo- Se apresuró a decirle momentos antes de besarlo.
-¿Por qué?- Francisco, serio, sin dejar de mirarla.
-Porque Diana es mi amiga, y entre tu y ella hubo algo.
-Diana no tiene nada que ver entre lo dos.
-Ni ella, ni nadie- Fernanda sonrió mientras se arreglaba el cabello.
Francisco se acercó, besó su frente con los ojos cerrados. Luego bajó su rostro, las miradas coincidieron y no supieron en que momento empezaron a besarse.
Hablaron toda la noche sobre lo que sucedía. Francisco estaba dispuesto a todo. Fernanda no solo tenía miedo a que Diana se entere lo sucedido, también tenía miedo a que Francisco esté jugando con ella.
Al despedirse, se besaron una vez más. Francisco estaba muy ilusionado. Fernanda quizá lo estaba o quizá lo ocultaba.
Francisco se fue con algunas dudas en la cabeza y un sabor a los miedos de ella después de los besos.
Después hablarían…

abril 17, 2010

Las canciones de papá

Recuerdo que viajaba mucho con mi familia, hace mucho tiempo. Por el trabajo de mi papá, aprendimos a vivir moviéndonos de una ciudad a otra. Siempre conociendo a personas nuevas, viendo nuevas culturas y siendo cada vez mas unidos.

En cada viaje, mi papá compraba cassettes de algunos personajes que, por la portada, para mí no eran más que viejitos que cantaban canciones para otros viejitos.

Yo siempre me acomodaba en el asiento del copiloto, mi papá al volante y mi hermana junto a mi mama se sentaban en la parte posterior. A noventa kilómetros por hora, mirando los paisajes, las ciudades, los pequeños pueblos y el sol ocultarse aprendí a conversar conmigo mismo, a memorizar los sonidos y la voz de aquellos cantantes que escucho al escribir estas líneas.

Mi padre siempre me decía que prestara atención a esas canciones, pero por alguna razón me desconcentraba y seguía en lo mío. Preguntarme por qué viajábamos mucho, por qué no nos quedábamos tranquilos en un lugar y echarnos a crecer como cualquier familia. Pero por el contrario, cada vez viajábamos más y dejaba muchos amigos en cada lugar.

Quizá por eso tomo ciertas actitudes en mi vida que demuestras mis repetitivos cambios. El no demostrar mi estabilidad… siempre furtivo y versátil.

Entre muchos personajes había un cassette azul de un tal Alberto Cortez que papá escuchaba cada vez que íbamos a visitar al abuelo, cuando mi papá tomaba vacaciones y nos escapábamos lejos de casa.

Con papá nunca tuve una conversación seria sobre algún tema. La religión, sexo o la madurez. Siempre fue un hombre distante, misterioso para mí. Mis recuerdos con mi papá solo son en ese auto plomo cuando viajábamos y cada tanto, cuando le pedía que bajáramos a ver algo que me entretuvo, me miraba con mucha ternura, como quizá lo hacia mi abuelo con él.

Han pasado muchos años y me he topado con las mismas canciones que papá me hizo escuchar cuando era muy chico. Cuando viajábamos y los silencios eran eternos, distantes y hasta cierto punto egoístas. Yo miraba por la ventana sin entender una sola canción y él sonreía con cada canción, mirando el horizonte y la ruta. Hoy me doy cuenta que en esas canciones mi padre está ahí, presente, queriéndome decir algo. Aunque nunca se atrevió a hablarme sobre temas que yo tuve que descubrir con otros golpes y vergüenzas.

Cada canción era un mensaje que él quería decirme, cada palabra que nunca se le ocurrió lanzarla y dejarla sellada en mi memoria. Cada canción era una moraleja para que pueda aprender más de lo que él pensaba sobre mí, sobre la vida e incluso de él mismo.

Y ahora, en este momento. No veo la imagen donde sale mi papa tomándome de la mano y yo, aun con esa inocencia, mirar hacia arriba, porque para mí era muy alto, y ver toda esa ternura con la que mi papa me miraba. La imagen que yo veo es la de mi abuelo abrazando a mi papa, diciéndole que lo quiere y mirándolo de la misma forma con la que mi papa me veía a mí. Cuando era su “campeón”.

Mi papá solo quiso ser un buen padre. Como lo fue mi abuelo con él.

marzo 03, 2010

Gajes del oficio

Escribo solo, en mi esquina, frente a la pantalla sin hacer bulla, sin molestar a nadie. La única luz que esta prendida, en esta casa, es la de mi cuarto… pasan los minutos, los segundos y yo sigo escribiendo.
Escribo porque me aburro de leer mucho, porque tal vez me inspiro un poco o porque es lo único que sé hacer en esta vida.
Escribo porque todo el mundo sabe que la ficción es la corrección de esta realidad que solo te da desencuentros y te cansa de lo mismo, porque después de hacerlo te sientes bien y vuelves a hacer las mismas perradas de siempre.
No escribo por venganza, aunque lo he pensado mucho y lo pienso hacer. Pero lamentablemente no soy vengativo, no guardo rencor… pero tengo molestia por ciertas personas. No escribo porque soy un sabio, un maestro de la literatura o porque Jorge escriba mejor que yo. Escribo porque es bueno conversar conmigo mismo, porque me engrío solo y porque en vez de mentir, solo dices una verdad a medias y al revés.
Escribo para gritar alguna protesta, para desahogarme. Y muchas veces escribo porque me emborracho demasiado y ¿Quién no sabe que se escribe mejor en ese estado?
Escribo una vez cada dos semanas, pocas veces lo publico en mi blog. Escribo desde una tontera que me paso algún día cualquiera, hasta las noches descontroladas de algunos domingos en la madrugada dentro de un taxi.
No me arrepiento de lo que escribo, porque me siento más cerca a mí, cerca de mis pensamientos, de mis ideas, de mi forma de ver la vida y lo que opino de ella. También me rio de lo mal que escribo algunas veces, de las pocas palabras “cultas” que sé. Y aparte… ¿Quién carajos me entendería si escribiera con pura palabra compleja?
Escribo, sobre todo, porque me apasiono rápidamente, porque algunas personas sienten admiración por este discreto (supuesto) talento que los dioses paganos me dieron. Escribo porque hablando la cago completamente, porque escribiendo tengo más tiempo de pensar cada palabra.
Nunca he escrito comprometiendo a otras personas, nunca he escrito para hacer añicos a alguien… pero lo he intentado y me he arrepentido. Escribo para distraer mi locura, para engañar mis problemas y esquivar las cosas de serio rigor.
Escribo porque ya estoy manchado, deje la ternura a un lado, deje la inocencia de escribir hace mucho. Y ahora (diría un amigo) escribo mis porquerías.
Escribo porque me siento un dios sobre un papel, porque puedo hacer daño cuando alguien se siente identificado con lo que escribo. Escribo de noche, escribo hasta ver la madrugada, hasta sentir los ojos pesados, el cansancio en la cabeza y la risa de haber creado un todo, en la nada.
Escribo porque tengo mucha libertad, no le doy explicaciones a nadie de lo que hago y mejor aun “no le rindo cuentas a nadie”. Escribo porque me gusta contar. Porque alguien se fue y me dejo con las ganas de seguir contado cosas a la gente.
Escribo porque el tiempo nunca se acaba, porque todo pasa a un ritmo de letargo, entonces busco finales alternativos y los exagero, les quito escenas, les agrego más personajes y algunos otros los omito. Escribo después de unos cuantos cigarrillos en el parque, después de pensar cada instante de lo ocurrido.
También escribo para no olvidarme de las cosas buenas, porque tengo mala memoria y el olvido hace trampa para llevarse mis recuerdos a su baúl. Escribo en cualquier lugar, incluso en el baño.
No escribo las cosas que el profesor diga que copiemos, creo que la tinta se gasta innecesariamente, prefiero escribir cosas de mi propio interés, cosas que me hagan reír, llorar, ponerme triste o melancólico…
“Escribo solo para matar las tardes,
por no ponerme a deshacer maletas,
por no arrastrarme por las estaciones.”
Diría Joaquín Sabina.
Escribo porque de esa manera te fijaste en mí, porque de esa manera recuerdas que aún estoy aquí, dispuesto a todo por ti. Escribo porque sé muy bien que me miras, que me sonríes desde lejos, porque me miras con dulzura y coquetería. Escribo porque todavía mueres por besarme.

enero 31, 2010

Pacto entre caballeros

(Entro a trabajar, es una tarde tranquila, por lo general siempre siento tensión cuando tengo que marcar mi hora de entrada, saludar a todo el mundo y empezar con mis labores diarios. Entonces me fijo que solo está Abel y me acerco a saludarlo… empezamos con la rutina… Y entonces empiezo a hablar)


Por aquí vive mi ex enamorada, no quiero imaginar lo que sucederá si en algún momento nos encontramos… Sí, sería un desastre… ¿Te conté que todo terminó mal? En el fondo yo fui el único culpable… Te contaré esa relación que fue muy intensa, en ambos sentidos claro, había mucho sentimiento y muchos quilates de amor puro, pero también nos peleábamos a cada rato… Obviamente es escorpio, pero siempre he tratado de recordar esa relación con todo lo bueno… Pero también hubo demasiado cosas malas…
Fue el verano del 2007, yo entraba a mi último año de la secundaria, ya había escuchado el álbum “enemigos íntimos”, había leído las novelas de Herman Hesse, me interesaba mucho el arte y la literatura sobre todo, ese verano compartía mi tiempo con Carlos, un fiel mal amigo, nos íbamos al malecón a fumar, a conversar - Sin que sepa mi enamorada de ese entonces, claro - y vivía arrepentido de una cosa que no hice el año anterior… No haber buscado el correo de una chica que conocí en primero de secundaria. Se llama Eliana, hace mucho que no sé de ella, siempre que veo a Carlos le pregunto si sabe algo de ella, siempre me dice lo mismo el desgraciado: “Está bien” y yo le creo.
La primera vez que la vi fue en el colegio, se sentaba al fondo con cara de aburrida - Yo la miraba con el reflejo del reloj que me regalo mi papá. Creo que lo perdí después de una semana – No sé después de cuanto tiempo se sentó delante mío, podía oler su cabello, podía escucharla hablar y podía pedirle prestado un lapicero para que por lo menos sepa de mi existencia. Después dimos un examen… Sí, esos que separan a lo brutos de los inteligentes… Sí, sí, ella paso y yo me quedé, lógicamente… Y de ahí no supe más de ella.
No, no creas que ahí acaba la historia. ¿A que venía eso del verano del 2007? Pues que ese mismo verano Carlos me dio su correo y volvimos a hablar. No me reconocía por mas detalles que le daba – Me sabía cada detalle a la perfección – Pero no logró reconocerme. Fue como dos meses que le hablaba como un idiota y ella me respondía sin saber quien era. ¿Quieres oír algo gracioso? Un día, en esos en los cuales no se acordaba de mi, le pedí su número y a los pocos días la llame, ¡Imagínate! Ella pudo creer que yo era un pervertido – bueno tampoco se equivocaría – le dije “¿Aló? Eliana, soy yo, Luis”… y ella “¿Luis?...” “Sí, sí… Luis Omar… el del correo”… “¡Ah!.. Hola”… “¿Ya te acordaste de mi?”… “No”… “A ya… ¿Hoy te conectas?”… “Sí”… “¿A qué hora?”… “A la misma hora de siempre”… “A ya, ¿de verdad no te acuerdas de mi?”… No puedo creer que haya sido tan estúpido ¡ELLA NO ME CONOCIA!
Un día instale mi webcam y por fin pudo saber quien era y ya después con el tiempo pase a recogerla a su colegio – Tampoco sabia que decirle… ERAMOS DOS DESCONOCIDOS – pero con el tiempo conversábamos más y más.
Después de siete u ocho meses de largas conversaciones por internet, varias veces que fui a recogerla y tantas tonterías (de las cuales yo andaba enamorado) le dije que sea mi enamorada… Me dijo que no… Mentira, me dijo que sí.
No sabes lo que viví con ella, éramos dos jóvenes que se enamoraron como nadie puede enamorarse en este mundo. Como diría mi querido Fito Páez “Miren todos, ellos solos, pueden más que el amor, y son mas fuertes que el Olimpo” no recuerdo si es “fuertes” o “Grandes”… El rollo es que como nosotros NINGUNA RELACION… llegaba tarde a mi casa por conversar con ella, por besarla y abrazarla… Recuerdo que cuando me dijo que sí quería ser mi enamorada – Siguiendo con el protocolo de toda declaración – Venía el beso – Nuestro primer beso – Pero ella volteó el rostro y yo me quedé como un estúpido besando su mejilla. Meses después me confesaría que se moría de vergüenza… ¿Quién no? Si le dije que fuera mi enamorada en una avenida grande, donde todo el mundo estaba al acecho.
¡Hay, viejo!... ¡Qué jodido es recordar!... Aún conservo la única carta que me escribió y también algunas canciones que nunca faltan en mi MP3. Hace mucho escuché que en la vida existen dos tipos de mujeres: “La mejor” y “la inolvidable”… Pero no necesariamente la mejor es la última y la primera es la inolvidable. Bueno en mi caso no es así… La mejor (y con mucha pena para mi última ex enamorada, que no ocupa ninguno de los dos lugares) Es ella.
Llegó el verano del 2008, con eso la libertad del colegio. Ingresé a la universidad, tenía una novia muy guapa, que se hizo querer por toda la familia, salía con ella muy seguido, hablábamos por teléfono hasta tarde… Todo estaba muy tranquilo. Una de las cosas que nunca voy a olvidar fue el año nuevo del 2008. Ella iba a pasarlo con su familia y yo con mis amigos… No, no, no ,no, yo a esa mujer siempre le fui fiel, ella era un poco celosa – Yo me tragaba todos mis celos – Y motivos nunca le faltaron, porque yo era mucho de estar en la calle y con mis amigos y amigas – Que algunas eran muy cariñosas – pero a pesar de que pude haber hecho miles de estupideces, siempre le fui muy fiel a esa mujercita. Me está dando mucha pena ¿Sabes?... No quiero ponerme triste hoy que es sábado y en la noche tengo que salir.
Bueno, ¿En qué estaba?... ¡Claro! En ese año nuevo. Entonces salí con Carlos – No vayas a creer que éramos gays – siempre andaba con él, sabía escucharme… Así como tu, viejo. Bueno no hagas que te abrace, mejor continúo. Entonces salí con Carlos ¿Ya lo dije no?... Primero fuimos por una hamburguesa, luego compramos un arsenal de pirotecnia que me salió un ojo de la cara, luego compramos cervezas y de alguna manera terminamos en la casa de la amiga de una amiga, tomando y viendo como Carlos se aprovechaba de la situación etílica de las chicas. Yo cada quince minutos me iba a un costadito a llamarla y decirle lo mucho que las estaba extrañando y lo mucho que la amaba. Entonces en una de las tantas llamadas de esa noche me dijo “Voy a tu casa”… Y sin que me diera muchas explicaciones de cómo consiguió el permiso y después de jalarlo a Carlos de su polo hasta la puerta, fuimos a recoger a ella y a sus amigas. Estaba muy guapa, con su melenita – Porque tiene el cabello muy largo, déjame decirte- y sonriente y corriendo a abrazarme y besarme.
Fuimos a mi casa, no sentamos y conversamos, luego llegó mi hermana con su enamorado y sacamos unas cervezas y después de conversar y sin saber que hacer… Vimos una película, todos se aburrieron, menos nosotros porque estábamos de la mano y besándonos cada tanto. No se si esta bien lo que hice, pero esa misma noche le di la mala noticia, le dije que me iría a trabajar fuera de Lima, a la tienda de mi tío. Le dije que sería una semana después y esa noche, salimos de mi sala y nos abrazamos con mucha fuerza.
Esa semana la aprovechamos a tiempo completo, le enseñe a jugar billar, ya que en los veranos – Obviemos este – Mi único hogar es el billar. Salimos con Carlos y con Mili a Miraflores y muchas cosas que las tengo intactas en mi memoria… En nuestra memoria.
Fue a despedirme para mi viaje, la llamé muy seguido cuando estuve de viaje… Claro, claro, salí con mis primos en ese viaje y algunas veces salíamos, pero recuerda, viejo, a lado de ella no existe mujer que me haga pecar.
De regreso le traje algunos regalos a ella y a su hermana, porque fue su cumpleaños y todo volvió a ser como antes. ¡Ah! Quiero contarte algo, antes del viaje… Antes de que termine el 2007… Yo sembré un pino. Vi como fue creciendo y para mi viaje le pedí a ella que me lo cuidara… Nunca más supe de mi pino, le puse de nombre “minguito” por la novela de Vasconcelos “Mi planta naranja-Lima”… También tiene una novela mía, eso fue una de las cosas que hasta ahora hacen que me arrodille y me dé cabezazos contra el suelo ¡DEBÏ DE HABERSELA PEDIDO!
Me dijo, un día, que ya no la miraba como antes, que yo había cambiado mucho… Yo pensé que quería terminar conmigo, viejo, esto pocas veces se lo he dicho a la gente, pero estuve a punto de llorar diciéndole “Dime qué puedo hacer para que todo vaya mejor”… No se lo vayas a decir a nadie.
Ya había entrado a la universidad y también llego mi cumpleaños, la pase a su lado tomando café. Sinceramente, a mi no me gusta celebrar mi cumpleaños, LO DETESTO y ese año no fue la excepción, no fue el mejor cumpleaños de mi vida, pero estaba ella a mi costado y eso era suficiente.
Ambos solíamos repetir la frase de una canción de Mar de copas “¿Cuánto dura ser feliz?”… pues he encontrado la respuesta. Todos los meses que pasé a su lado… Eso fue amor y lo demás son tonterías.
Terminamos mal, muy mal… Mi error fue enterarme de que existe la libertad, de que se puede vivir a tope, pero el precio de esa libertad, el precio de esa manera de vivir… era la soledad. ¿Suena a estupidez no?... Yo también lo creo, pero en esas épocas llegue a creer en eso. También hubo una chica, pero en realidad ella no fue el detonante, aunque Eliana siempre lo vio así. Claro, también cometí el error de ser enamorado de esa otra chica, no error… Bueno error en la medida en que no me quiero imaginar el calvario que vivió ella en esos momentos.
Yo también pienso lo mismo, fue una estupidez muy grande hacer tremenda barbaridad. Por lo menos debí dejar que pase un poco de tiempo. Pero déjame decirte que yo tengo una idea muy grande de “vivir el ahora”… Y eso me ganó.
No sé si volvería con ella, la pregunta sería ¿Ella volvería conmigo? … No vayas a buscarla y preguntarle eso, que te puede matar, ¿Ya te dije que es escorpio?... Me llevo lo mejor de esa relación, diga lo que diga la gente, sus amigas, mis amigos, mis familiares (fue muy querida por ellos) y todos los que vieron esa relación que fue mucho amor. Quiero que sepas que he mentido a todo el mundo diciendo que nuestra relación duró ocho meses, todo término faltando cuatro días para cumplir siente meses. Pero también quiero engañarme y darle más tiempo a mi memoria, a mi nostalgia de saber que en algún momento… Ella y yo, de espaldas con el mundo, escapando de nuestras vidas, nos juntábamos y éramos uno solo. Hasta ahora no sé que pensar de lo que es el amor… Si me preguntan que es el amor… Digo su nombre.
No vayas a contarle esto a nadie… Es un pacto entre tú y yo.


(Abel es sordo mudo y sé que nunca sabrá lo que le he contado… pero pudo ver mi rostro en cada expresión cuando hablaba, cuando me emocionaba, cuando me ponía nostálgico... Un poco triste y volvía mi mirada con ironía… a veces es bueno recordar… sobre todo, historias como aquellas.)