diciembre 24, 2008

En Navidad, a veces nace el niño Diablo

[El título de la siguiente entrada, refiere a la primera parte del libro "Mi planta naranja-lima" de Jose Mauro de Vasconcelos.]

Es veinticuatro de diciembre, falta algunas horas para las doce y recibir la navidad. No es que sea fanático de la navidad, pero tengo ciertas quejas con Jesús respecto a su cumpleaños.
Desde muy pequeño he sentido una especie de remordimiento al saber que recibiría regalos, un remordimiento que llenaba esa sensación de vacío (que irónico, llenar el vacío). Ver a los niños vendiendo sus juguetes para llevar algo a su casa, ayudar en las campañas y ver que muchos niños se quedan afuera con la mirada colmada de esperanza, ver a las madres vendiendo cosas de su casa, niños que no tienen regalos y mucho menos un árbol donde colocarlos.
Son las 7:25 de una navidad que solo trae nostalgia junto con regalos que prefiero no abrir. Esta navidad será un poco diferente, Nico y Piera (mis primos) están en Arequipa y eso me ha hecho recordar las navidades con la familia, en la casa de los abuelos, donde todos los primos (ocho en total) nos reuníamos, abríamos los regalos y compartíamos los juguetes, reventábamos cohetes y jugábamos en la plaza que está en frente a la casa de los abuelos.
Javier, Evert, Sebastián, Nicolás, Piera y Gabriela (Nataly y yo completamos los ocho) han tomado rumbos diferentes para esta navidad y yo la pasare postrado frente a la pantalla de la lap top, destrozando mis dedos en algún juego, tal vez póker, mirando tele o tal vez escuchando música y leyendo alguna de mis novelas pendientes, eso ya se verá, lo único que está definido es que esta navidad ya está perdida.
Con eso de reventar cohetes he recordado mis navidades acá en Lima, recuerdo que todas las navidades (vísperas) sacábamos las bicicletas con Alonso y un par de amigos mas (Eduardo y Daniel) y salíamos en busca de cohetes, después del accidente de mesa redonda empezó a escasear el producto pirotécnico. Y así nos pasábamos las primeras semanas de vacaciones, buscando pirotecnia, descubriendo nuevos huecos donde conseguir sartas, rata blanca, silbadores, etc. todo ese arsenal que nos conducía a una noche de adrenalina.
Accidentes hubo: vidrios rotos, un atentado accidental contra la iglesia y muchos polos con huecos por las chispas, pero todo eso se olvidaba, la navidad, la familia, el pasarla bien nos hacían olvidar esas pequeñas estupideces que se extrañan en momentos como este.
Siempre he vivido cerca de campañas navideñas, pero la más dolorosa fue la última.
Hacer una campaña desde adentro es un tanto más motivador, solo (únicamente) te dedicas a animar un grupo de niños, les hablas, les das panetón y leche chocolatada. Es el trabajo un poco más fácil, pero cuando estás en la puerta revisando tickets todo es diferente; niños que no pueden entras, niños que trepan por el muro de atrás con tal de recibir un regalo, niños que se quedan afuera llorando por no poder entrar ni siquiera a ver el show… en pocas palabras… niños que lloran con motivo.
Todas estas cosas han ido formando una personalidad en vísperas navideñas, han hecho que llegue a sentirme mal en cada navidad (o natividad, aun no se la diferencia, si es que existe alguna) aunque crean en Santa Claus (un héroe) la emoción nunca ha sido la misma.
A veces suelo salir a caminar, mirar las lucecitas de los adornos, los regalos, los niños pidiendo algo de ropa, las guirnaldas y todas esas emociones combinadas: las tristezas, la soledad, el abandono, la melancolía y la nostalgia... son las cosas que más siento cuando Jesús cumple un año más de vida.

diciembre 21, 2008

Amador González Parra

Me levando en este dormitorio viejo en el cual vivo, al final de una quinta sin salida. La brisa cruda de la ciudad me abraza entre la humedad y la soledad. El café nutre la inspiración, el lapicero agota su tinta, las hojas empiezan a llenarse de ideas e historias y las notas musicales solas empiezan a producirse de mi guitarra. Es una rutina mañanera un tanto motivadora, pero tengo que seguir el curso de la monotonía que me toca vivir, a veces es bueno seguir tus propios parámetros.
Entre Si bemoles, Do menores, frases románticas, historias desgarradoras y demás, preparo mis nuevas canciones para tocarlas en la cantina que está en el centro de la ciudad, ahí me gano un par de centavos para sobrevivir en este mundo donde el arte es menospreciado.
Llegada la tarde, el sol da su último vistazo a la ciudad, el rojizo tiñe el cielo y las nubes, me pongo mi mejor traje, peino mi cabello, me arreglo la barba, pongo mi guitarra al hombro y salgo hacia esa vieja cantina donde he cantado desde muy temprana edad. Ahí empezó un inicio sin progresos, la desgracia ya impregnada en mi vida, la felicidad mediocre que me hace sonreir.
Camino a la cantina con la guitarra al hombro, una mano en el bolsillo y silbando esas viejas trovas. Las muchachas pasan por mi costado, las señoras bien arregladas, los viejos llenando cantinas y yo solo tengo un rumbo.
Arribando la cantina leo el cartel, entro y por última vez deslizo mi mano por mi cabeza. Pido un whisky a las rocas, lo bebo sin dudarlo, es propicio para la presentación, es motivador, ahogo los miedos.
Amo esta cantina, desde muy joven venia a ganarme unos centavos tocando para eso señores (que ya no existen) que venían a escuchar música, conversar y pasar un rato agradable, en esos tiempos todo era diferente… no estaba tan solo.
La gente me está mirando, ya he tocado canciones conocidas, esas que, cada vez que uno toca, hace que la gente se entusiasme. Entonces un acorde expande su sonido, mi voz rasposa, ronca un poco gruesa empieza a decir metáforas, versos, rimas, todo sobre aquella mujer que un día se digno a amarme tan locamente como yo lo hice con varias.
He bebido de más, canté y fue un éxito rotundo, pero bajando de ese escenario solo hice tres cosas: me arrepentí, bebí y fui a morir al final de esa quinta, a ese cuartucho lleno de sueños, promesas, amores, ilusiones que solo cruzan por esta cabeza.
Soy Amador González Parra, para mí amanecer en la ciudad bañada por la brisa, acostumbrarme a la soledad, escribir canciones y tocar mi guitarra... lo es todo.

diciembre 01, 2008

Buen padre--Mal hijo

¿Ya te había escrito alguna carta? Creo que sí y la verdad es que hoy si fueron suficientes motivos para hacerte una carta. Una carta mas que se pierde entre un par de hojas mas, una carta que tiene un propósito y un destino que no existe.
Ha sido una de las más largas noches de mi vida entre el whisky, ron y un vino (que tal patada al cerebro) entre miedos, teorías, mentiras e ideologías.
Haz sido un padre perfecto no escuchado, un maestro sin pizarra, un sabio poco entendido o quizás un artista incomprendido.
Eres más parecido a mí de lo que crees, creo que somos tan parecidos, tan parecidos, que no lo parecemos. Me pregunto si tu también escribes… ¿tú también escribes?
Hemos hablado de muchas cosas tus anécdotas, las mías, tus chistes, mis tonteras, del viejo… ¿Por qué me duele tanto hablar de él? Hasta ahora no entiendo bien porque, pero si él estuviera acá (con nosotros) todo sería diferente, sabes a lo que me refiero… ¿Sabes a lo que me refiero?
¿Por qué la vida es tan injusta? Tú no merecías tener un hijo como yo, yo no merezco un padre como tú, tan grande, tan sabio, tan callado…te admiro aunque me cueste admitirlo, te amoooo aunque me cuesta decirlo.
Ambos cambiamos mucho, no sé si lo notaste en algún momento, pero de estar echados en una cama, abrazados y mirando tele, a vivir cada uno con su mundo sin hablar, notablemente algo cambio, pero creo que ambos estamos perdidos.
No lo sé, pero comenzamos esa noche con una copa, con rock and roll en los parlantes, confesiones que poco a poco emanaban nuestras experiencias. Creo que hablamos de más, a veces es mejor el silencio y tú lo sabes mejor que yo. Si no lo sabes no te preocupes, mucho alcohol suelta poco a poco el paladar y ese es mi problema.
Pasaban las horas, el alcohol se nos subía a la cabeza, ¿Cuánto bebimos? Yo tampoco lo sé, lo cierto es que terminamos mal, la resaca destrozando nuestras cabezas, risas exageradas, lágrimas, juego de palabras, cosas que no debimos hacerlas ¿Lo recuerdas?
Pero después viene otra vez la rutina (como rutina), se nos pasa el alcohol de la cabeza, el lunes es marcado por el reloj, los deberes, los derechos, los buenos actos, etc. Otra vez somos lo que todo este tiempo hemos sido, una especie de enemigos crueles capaces de arriesgar todo con el fin de hacer daño el uno al otro.
Y en todo ese pasillo oscuro, hay un ligero rayito de luz, son los teléfonos destrozando el tiempo, hablamos en un auricular y somos bueno amigos de nuevo, hablamos con paz en los labios, con tranquilidad y alegría.
Hemos cambiando, y junto a nosotros los demás y ya no queda más que despertar en las mañanas y olvidarnos de que vivimos en la misma casa.

noviembre 18, 2008

Date with "the golden girl"

No entré a clases, me la pase fumando, escuchando música y conversando con Anderson y Omar. Entre coca-colas, cigarros, risas y comentarios, sonó mi celular, un sonido raro, fue un sonido que no escucho con mucha frecuencia de ese aparatito blanco. Entonces cogí el celular, y lei: “date with the golden girl”
No lo podía creer, tan rápido había pasado un año desde ese pacto. Y recordé lo que paso hace un año, que según mi diario, el episodio es narrado de esta manera.


18 de noviembre de 2007:

Fuimos al café que siempre voy, pedimos algo para beber, fuimos al segundo piso y nos sentamos en la mesa de la esquina. Conversamos como nunca, es tan genial cuando ríe. Hablamos sobre qué pasará con nosotros cuando acaba esto, “el cole”, le dije que quería ser escritor, que una novela estaría bien, así no sea un éxito total, me conformaría trabajando en un diario y ganado lo necesario para vivir en un cuartito y haciendo lo que más me gusta, escribir. Me dijo que le gustaría estudiar algo con letras, derecho le parece buena idea, y que también está averiguando sobre esa carrera nueva: “administración de negocios internacionales”, -Es muy tocada esa carrera- logré decirle después.
Entre café, risas, conversaciones y miradas, quedamos en volver a vernos el próximo año a la misma hora, mismo lugar, solo nosotros dos, así pase lo que pase, ambos aceptamos, espero que logremos cumplirlo.
Luego del café, fuimos caminando a mi casa, ella hacia un comentario sobre nuestras manos (¿Por qué no me gusta caminar de la mano con nadie? Me pregunté) le terminé explicando que no era muy cómodo para mí, ella se puso seria.
Acá en casa miramos tele, luego me quede dormido en el mueble (¿Ya dije que me encanta que juegue con mi cabello?). Luego me desperté y ella tenía que irse.




(Diario escrito desde enero del 2007 hasta abril del 2008)

Me quedé en silencio, empecé a dudar en si ir o no, aún era temprano para las cuatro de la tarde, pero ¿Debería de ir?
Me olvidé del asunto, me hice el desinteresado, seguí mi rumbo universitario entre los salones y se lo conté a Anderson.


- No vayas huevón, mejor préstame dinero.

Sabio consejo y se lo presté, como andaba (ando) con todo este rollo de la bohemia en la cabeza no dudé en hacerlo. Fuimos por algo de comer, y entre conversaciones y conversaciones el asunto de la “cita” ya se había desaparecido por completo.
Regreso a la universidad fuimos al bosque, nos tiramos al pasto, Omar se puso a dormir, cogí un cigarro y Anderson me siguió la rutina. Volví a preguntarle.


- No vayas huevón, todas las “ex” se vuelven perras- me dijo, y yo no pude contener la risa.

Terminé mi labor universitario y caminé al paradero.
Caminaba y pensaba, me daba cuenta que no podía olvidarme bien del asunto. Paré el carro, subí y fui a mi casa.
Llegué y todo estaba igual, la severa confusión de si ir o no al café, de enfrentarme a ella o no, de saber si anda bien o no, todo eso se mezclaba en una suerte de masa confusa en mi cabeza, era obvio no podía olvidar de que mañana (19 de noviembre) iba a ser su cumple, y que un día como hoy hicimos un pacto, un pacto el cual yo no estaba dispuesto a romperlo. Me puse mi polera y salí sin dudarlo una vez más.
Caminaba, rumbo al café, pensando en qué decirle, un “hola, ¿Qué tal?” no bastaría, y tampoco el estar quince minutos con ella y salir poniendo una excusa tonta sería buena idea. Tenía que asumirlo con gallardía, y seguí pensando en lo que podría decirle cuando este frente a ella.
-El dinero putamare’- Pensé, había recordado que todo se lo había prestado a Anderson, estaba sin un clavo en la billetera, así que, como esperando un milagro, abrí mi billetera y inspeccione al revés y derecho todos los rincones donde podría haber un billete. Carnets vencidos, tarjetas expiradas, un carnet universitario, mi boleta militar (-ya tengo que canjearla- recordé), el carnet para entrar a la universidad, una tarjeta de “Cine Planet” vencidasa hace miles de años, una factura y un dibujito que hice en clase, pero nada de dinero, –Eres un imbécil- me lo repetí una y mil veces más.
Misio y amargo, me olvide de que “NO TENIA DINERO” (nada importante), aparte, Eliana nunca gozó tanto de tomar café, a decir verdad ella lo detestaba, pero ¿si ha cambiado y se ha vuelto una bebedora de café empedernida?, ¿Qué puedo hacer ¡dios míoooo!? Caminaba más confundido que nunca, así que decidí prender un cigarro, me cuestionaba si era una buena idea prenderlo (ya que era el último) ¿Qué pasaría si llego y ella aún no llega?, me la pasaría sentado, por lo menos fumar en un café sería menos tonto que llegar y no hacer nada. Pero si no lo fumo ahora, lo fumaría en el café, ¿Y si Eliana ya dejó de fumar? ¿Me lo apagaría?… (¿Por qué me pongo en situaciones tan tontas?)
A un par de cuadras de llegar al café, miré mi celular (4:17) estaba llegando tarde, pero ¿Cuál era el problema?, ella siempre llegaba tarde a nuestras citas (TARDIIIIIIIIIISIMO) y que ahora yo llegue a las cuatro y cuarto no sería ningún problema, total, yo todo el tiempo la esperaba mucho, creo que ahora le tocaba a ella. Pero si llego tarde estaré en un dilema, una situación un tanto ridícula porque si ella no está en el café es porque tal vez ya se fue, seguro que se aburrió de tanto esperarme y se fue, o tal vez todavía no llegaba y tendría que esperarla un poco más, pero si ya se había ido a ¿A quién esperaba entonces? (¿Por qué no puedo caminar pensando como una persona normal?, ¿Por qué siempre me pregunto estupideces?)
Entonces ya estaba a una cuadra del café, y todo ese rollo seguía en mi cabeza.
Crucé la pista

"Por aquí ya estuve, te largas a reír
En tus comisuras
Nenaa...¡dame un zoom!"
Abrí la puerta del café con la cancion en los audífonos, subí al segundo piso… mis ojos no pudieron creerlo.


espero que tengas un feliz cumpleaños sin cafe :)

noviembre 12, 2008

“… No debería de contarlo, y sin embargo…”

¿Sabía que llegaría a este punto? Desayunos vacíos, almuerzos devastados, las noches que no terminan y madrugadas que son escoltadas entre tabaco y la cafeína. Tirando mis días al vacío, viviendo como un muerto, muriendo como un vivo, en una crisis que me sofoca y llega al punto de terminar con mis pensamientos.
Los mensajes de texto que me provocan, el celular que no deja de timbrar son síntomas de un encuentro deseado, pero yo soy así, fiel y traicionero.
Y aún sigo sobreviviendo a los días fortuitos que me tocan vivir, porque soy desdichado y miserable cuando habitas en mi espacio, y feliz cuando no estás.
Mis vicios destacan cada día más, viviendo en el fondo del abismo y a veces suelo salir a caminar.
Las luces de la calle alumbran la acera, los autos pasan a velocidad, la noche invade poco a poco la ciudad, una ligera brisa baña la vereda, yo estoy fumando. ¿A dónde voy? No lo sé, sigo el curso de las cosas, me dejo llevar por ese instinto humano poco instruido, una bestia irracional vagando por las calles. Y continuo caminando entre el invierno, la noche, el humo que sale de mi boca y se expande por el aire.
¿Qué hora es?, ¿Por qué sigo acá?, ¿No debería estar en casa? Es absurdo preguntarlo, porque yo tampoco lo sabré responder, lo cierto es que tengo que olvidar lo absurdo que es tener que contestar el teléfono, tener que ir a verte, tener que enfrentarme a tus caprichos, verte besar a otro y yo no poder hacer nada.
Hoy me siento frente a una pantalla, y cuento estas cosas sin poner tu nombre y mucho menos poner alguna característica que te delate.
Tú lees estas líneas, y es suficiente.

octubre 31, 2008

Y tú, ¿Me quieres a mí?

Abren y cierran la puerta, estoy sentado con en una sala de estudio en la universidad, se supone que debo estar estudiando pero en realidad no hago más que mirar la puerta esperando una mirada.
Son las once y media y Anderson esta a mi costado durmiendo porque esta cansado de estar cansado, debería estar estudiando pero el recostarse en sus brazos parece mejor idea que mirar las separatas que están en frente de él. Al otro lado esta Jonathan, él sí está estudiando, ahora mira lo que escribo, bromea.
Yo estoy acá, escribiendo (mi dudoso talento), acabo de leer una novela de Ribeyro, miro para un lado y para el otro, aún me siento angustiado y no es por la práctica de esta tarde, es por esa mirada que no logra cruzar esa puerta que no dejo de ver.
El café ha dejado un sabor amargo en la boca, un cigarro estaría bien pero no se puede fumar en este lugar, tampoco pudo escuchar música porque Anderson abusa de mi MP3 reventando sus odios con la explosión de notas musicales que parecen nunca terminar de impactar contra él, lo mejor sería salir a caminar un rato, pero suficiente tengo con toda la porquería que traigo en la cabeza, estoy cansado de los libros sobre la mesa, de tener que aguantar a los catedráticos, al rector, a los decanos y toda esa élite que cuida la cuna de los profesionales, si tan solo supieran que yo no soy el único que cree que todo esto es una mierda…
Después de varios minutos nos aburrimos de “estudiar”, una severa inversión de siete soles en cafeína no me ha vuelto la razón, pero aun sigo con estas líneas que no llegan a su fin. Salimos de los cubículos y Omar esta afuera con su enamorada, bromeamos, reímos y yo todavía no encuentro esa mirada. Omar me dice que escuche una canción, la escucho, es perfecta.
Cuando salgo por una dosis más de café logro reconocer una mirada entre la multitud, me saluda, me hace una pregunta, se va…
Con Joaquín Sabina en los oídos ya es suficiente para seguir pensando en el mismo tema, y este mensaje de texto que me acaba de llegar no puedo rechazarlo, es una invitación informal a estrechar palabras con esa mirada, tal vez un abrazo y preguntas con respuestas inexactas.
Bajo las escaleras de esta universidad que no termina de aburrirme. Quinto piso, cuarto y ahí esta esa mirada, saliendo de un salón que nunca he entrado. Un saludo, un “acompáñame”, una conversación trivial, una larga caminata que consiste en subir y bajar las escaleras, por fin nos sentamos en las escaleras, otro café me acompaña y la conversación continua. Puedo sentir el líquido fluir por mi garganta, amargo, áspero, agradable.
- Y tú, ¿Me quieres a mí? – sentencio con una sonrisa a medias.
Una despedida más, “espérame a la salida” mientras acariciaba mi cabello.
Las dos de la tarde marca mi celular, y estoy con Omar y Anderson (de repente Anderson se vuelve un amigo indiscutible), me he vuelto un poco más locuaz cuando hablo del tema, me dice que no me desespere, que siga el curso de las cosas, que si me apresuro todo saldrá mal. Escucho con atención, el viento azota y estira mi cabello.
Estoy caminando apurado, la práctica ya debe de haber empezado, solo pienso en que debo salir rápido a escribir para sobrevivir al estereotipo sistemático de la capital, una especie de bestia ruda capaz de despojarte de la sensibilidad, del lado mas humano de vivir.
Han pasado veinte minutos y estoy con el examen frente a mí, un profesor cuida el salón, es bajito, serio y viste de corbata, parece que estuviera amargo por algo o alguien, por eso yo trato de no mirarlo, por el contrario me dedico a terminar esta prueba que no prueba nada.
Ha pasado poco más de quince minutos, mi pie derecho delata mi desesperación por salir, miro el reloj a cada rato.
He resuelto todo el examen, creo que esta vez me ha ido bien.
No puedo evitarlo más y abro mi mochila, meto todo lo que puedo, entrego la prueba.
Salgo del salón.

octubre 07, 2008

Carito

He pasado mi domingo junto a Carito, la inocencia y ternura en la mirada, la dulzura y la alegría de vivir las cosas a su manera.
Cuando llegué a la casa de mi tío, luego de ser el chofer de mis primos, ella estaba sentada en la mesa comiendo, no había cambiado mucho después de tres meses (casi nadie cambia en tres meses), me reconoció al instante y me saludó con mucho cariño, yo también porque me acuerdo bien cuando nos conocimos en la oficina de mi hermana.
No hablamos mucho en ese momento porque fui a la cocina a buscar algo que comer, y me quede conversando con Romi y Piera (unas primas muy particulares que me hacen reír mucho).
Luego de haber comido demasiado con mis primas y algunos primos, fui al cuarto de Nicolás a dormir un rato, me eché, acomodé unas cuantas almohadas (porque dormir se ha vuelto una vez más un problema), estuve a punto de cerrar los ojos y apareció ella con una sonrisa interminable, diciéndome:
-Chino, ¡te encontré! – Mientras yo me reía de esa forma tan curiosa al hablar.
No entendí muy bien lo que me quería decir, pero se recostó junto a mí, me besó la mejilla y me dijo que durmiera, y yo, muy obediente, me quedé dormido.
Desperté un poco ofuscado y ella aún estaba ahí, a mi costado mirándome y sonriendo de nuevo, sentía su fragancia a inocencia y me convertía en la persona más feliz cuando ella me acariciaba.
No sé cuanto tiempo pasamos en la cama de Nicolás, pero luego ella tenía que irse, y la noche se tornó muy triste
Carito, me dolió mucho verte llorar cuando nos despedimos, me dejó muy triste y apenado y sé que para tus escasos cuatro años no entiendes muchas cosas, y yo a mis diecisiete estoy casi como tú, pero espero lo mejor para ti. Dios, yo que no merezco nada por dudar de tu dudosa existencia, solo te pido que la cuides, que la protejas de todos esos niñitos que en el jardín se portan mal, para que ellos no le hagan nada malo y si es posible castígalos si es que se les ocurre hacer daño a mi Carito.

octubre 01, 2008

Cuando estas en la universidad

Cuando estas en la universidad, las legañas te invaden poco a poco tus pestañas, los bostezos son más frecuentes, el café se vuelve una bebida progresiva y los días son largos e interminables, y al mismo tiempo cortos y fugaces.
También existen ciertas ventajas, conoces gente interesante (si tienes suerte), te tocan buenos horarios (si tienes suerte), y consigues una bonita y simpática enamorada (si tienes suerte). No es por hacerme la victima de esta realidad, pero siempre he tenido mala suerte, lo peor de todo es que el colmo de poseer esta mala suerte, es que, cuando tengo buena suerte, no recibo algo que me guste, pero ese no es el tema.
La universidad, la fabrica de profesionales (no sé quién lo dijo, pero me gusta) el lugar donde tengo que pasar mas de diez horas, sentado en el vientre de las aulas, con los lentes (sino me quedaré más ciego), con un lapicero a media tinta, y un cuaderno que esta en blanco, al igual que mi cerebro.
Cuando estas en la universidad, la biblioteca es tu centro de refugio, aunque de todo lo que lees entiendes nada, pero igual, te metes a esos cubículos ridículos, crees que puedes aprobar una práctica, te metes en la psicología del “si se puede”, y lees, no entiendes pero lees. Lo peor de todo es que gastas más de dos soles para un resaltador, y subrayas lo más importante, pero sabes que no entiendes, estas hecho un zombie, vives en tu mundo de progreso y éxito, pero no entiendes nada de lo que lees.
Sales de tu practica, crees que te ha ido bien, lo difundes a tus amigos, dices que estas tranquilo, que te ha ido bien, y que es mejor que vayas a festejar de que apruebas de ley. Esa noche, tomas, bailas, esta alegre, sin embargo te cuestionas si en verdad te ha ido bien (te jodiste compare!), y prendes un cigarro, te alejas de la fiesta, ahora si estas preocupado, no quieres preguntar a nadie sobre el examen, te pueden mandar a la m...
Estas con la resaca, mareos, sed, pérdida del equilibrio, ojos rojos, etc. Síntomas de una resaca brutal, y esperas a que se te pase para que puedas comer algo rico.
Los días pasan, la tortura es grande (y encima tienes más prácticas), ahora preguntas, y la gente, al igual que tu, esta mas confundida.
Llega el día de la entrega de practicas (¿estas nervioso?... ni tú lo sabes), los apellidos son soltados al espacio estelar de las aulas, están entregando las practicas, y tu sigues preocupado, miras a una lado, miras a otro, hay gente contenta, hay gente triste y hay gente (al igual que tu) conformista. Pero tu caso es diferente, puedes ser conformista, pero esa nota tiene que ser buena, o por lo menos tú tan continuo once.
- Vásquez…
Eres el ultimo de la lista, y todos te ven (uuuuuuyyy, estas frito), caminas, todo esta lento, puedes ver los ojos de la profesora que tanto odias, piensas, y el mundo entero cruza por tu cabeza, desde que naciste hasta que mueras cuando veas tu nota.
Ves tu nota, haz festejado en vano, incluso podrías llorar, pero eres un hombre (estas en un mundo machista) y caminas cabizbajo, buscando… no buscas nada, simplemente el profe cree que tus argumentos, ideas, síntesis, hipótesis, opiniones, etc no son las que el quería que sea, y esfuérzate más para la próxima, que tal vez sea mas difícil.
Cuando estas en la universidad, estas en un infierno pintado como un camino de logros, éxitos, triunfos y todo lo que más quieras ponerle a esa mascara, al fin y al cabo, es solo un camino, una fabrica de profesionales, un universo lleno de promesas.
Me voy a leer.

septiembre 23, 2008

Los minutos del fracaso.

El estómago me retuerce, he comido demasiado, el haber perdido la costumbre de comer en el mercado ha hecho que mi pequeño estómago esté sufriendo.
Anderson está a mi costado, da las últimas repasadas para el examen de hoy, coge una hoja, la ve pero no la lee, se desespera y coge el celular para llamar a Adriano, el cual no le contesta.
Yo estoy escribiendo a su costado, esto no implica que este preparado (psicológicamente o académicamente) para esta práctica, a decir verdad tampoco es de mi interés, me conformo con mi conformismo, mi mediocridad y mi pequeña y diminuta personalidad que no me sirve para nada.
Ojala que en el salón que me ha tocado esté alguien de mi interés, sino será el colmo del aburrimiento. No me interesa ser administrador, tampoco estaba en mis planes la universidad, simplemente me gustaría vivir de mi talento o seudo-talento (del que cada día me convenso de que no lo tengo) el cual no me lleva a otra cosa, sino, a la autodestrucción.
Anderson, al igual que yo (solo que mas notorio), le duele el estómago. Adriano por fin le contestó y no sé que tanta huevada hablan, yo sigo escribiendo a su costado, riéndome (ahora si), porque ya colgó el celular, de las bromas de Anderson.
Una muchacha de naranja pasa por las escaleras regalándonos un asombroso espectáculo, ambos lo disfrutamos morbosamente.
Omar no llega, no creo que llegue rápido (pensábamos repasar con él), él debe estar ocupado cumpliendo con su rutina de buen enamorado (muy diferente a mi) y haciendo mas cosas de las que debe con la susodicha.
2:58 en el reloj, voy a llegar tarde a esa practica, guardo todo en mi mochila, Omar, que ya llego, ordena su trabajo, Anderson y yo salimos, caminamos hasta las gradas, bajamos, conversamos, reímos, no tenemos miedo, y encuentro mi salón.
- ¿Tocaste la puerta?- Le pregunto a la pelirroja que esta en la puerta.
- Si
Me acerco a la ventana y toco una vez más la puerta, veo al profesor haciendo un ademán para entrar por la puerta de atrás.
- ¿Haz estudiado?- Me pregunta la pelirroja.
- Un poco, ¿Tu?- Decirle que si, seria tonto.
- Más o menos- Suave flaca, estas a punto de rozar mis labios.
Abro la puerta, entra la pelirroja, entro detrás de ella, y me ubico en una silla.


4:30, no me ha ido tan mal en el examen, la pelirroja salió mas temprano, creo que ella si estudió, y yo… bueno, ni si quiera yo me preocupo… ni siquiera.

septiembre 02, 2008

Carmin.

Carmín, mi hermana, llego hace tiempo de Madrid, para luego irse a Arequipa, y pasar el cumpleaños de mi sobrina, poco o nada conocida, Ana Sofía, y su personalidad hace acreedora de su tan bello nombre, mi sobrina tan linda, un angelita traída al mundo por una hermana que nunca me hablo, y nunca se dignará a hablarme.
Cuando Carmín llegó de Arequipa, yo había tenido una de mis reuniones poco saludables y lamentablemente nada recomendables, esas de las que me vuelvo un buen bromista y hacen que me ardan los ojos miopes, heredados de mi padre, por el exceso del alcohol. Esas reuniones en las cuales tengo que quedarme a dormir en la casa de mi buen amigo Freddy, y enfrentar la incomodidad de un mueble donde no entra mi cuerpo, pero el alcohol en la cabeza, hace que caiga dormido en los lugares más incómodos del mundo.
El haber dormido poco y haber llegado a mi casa a las ocho de la mañana, hicieron que este de muy mal humor, y que duerma en otro mueble donde mi cuerpo no entre.
El domingo estuve muy estresado, no salude a Carmín, me porte como un mal hermano, no me digne a bañarme, y mucho menos a leer o escribir en mi blog, no quise recibir llamadas, solo quería dormir y que nadie me hablara, ni que me recuerden que estaba con en rebote en mi cabeza.
Me he preguntado cómo Carmín (en realidad se llama Lucié, pero yo ya la conocí como Carmín) hace escala en Sao Paulo y esperar un par de horas para estar cómoda en un asiento, según ella, se tiro todo su dinero en Madrid comprándose tonterías, eso significaba, conseguir un pasaje mas barato.
Pero bueno, este lunes ha sido muy diferente, dormí menos de ocho horas, lo cual implica mí bajo estado de ánimo y con ganas de querer dormir. Fui a la universidad con ganas de morir, meditando seriamente no entrar a clases y dormir en un comodísimo cubículo de estudios en la biblioteca de mi no querida, ni apreciada universidad.
Pero no, lamentablemente estoy sufriendo de una grave enfermedad “entrar en razón” lo cual me causara problemas mas adelante, y lo hizo hoy día, porque entré a clase, y me dejaron una tarea fácil para mi habito de lector, pero difícil para mi habito de alumno.
Salí de la universidad luego de una interminable clase de matemática, y encontré con un amigo que hace mucho tiempo que no lo veía, fuimos al billar, jugamos, y luego recibí una llamada de mi padre, diciéndome casi a gritos que Carmín estaba esperándome en la puerta de la casa.
Por suerte Carmín se da cuenta de sus errores y es muy comprensible, y entendió que ella no dijo a que hora llegaría, entonces nadie organizó su tiempo y por eso tuvo que esperar mucho tiempo en la puerta de la casa.
Fuimos al restaurante a comer, ella ordeno carne y vino, yo solo deseaba coca-cola, lo cual me hace muy feliz.
Llegamos a casa, miramos tele y nos quedamos dormidos en la cama de Nataly…
Ya en la noche, conversaríamos entre hermanos.
Hoy me levante feliz, dormí mas de ocho horas, me bañe, me cambie, ordene mi cuarto y fuimos a tomar desayuno con Carmín en un café que esta cerca de la casa, me habló de Madrid, de cómo es su vida en España y que es lo que hará hoy día.
He llegado sano y salvo a la universidad, junto a mi hermana, ella se fue a la embajada a ordenar sus papeles, yo tengo que estudiar en esta universidad y tratar de ser alguien en la vida.
Carmín regresara a Madrid la próxima semana, o tal vez viajara esta semana a Arequipa a recoger sus cosas (si es que no las pide por encargo).

agosto 24, 2008

Mis queridos malos amigos.

Mamá siempre me dijo, desde que inicie el jardín, “júntate con los mas tranquilos y estudiosos” no supe por que me lo dijo, y en realidad tampoco le hice caso, simplemente me junte con los que yo creía que eran buenos.
Y así empezó una travesía de amigos, cada uno una historia, un lapso de tiempo en mi vida y en las suyas, amistades que terminan (porque lamentablemente el dinero y los amigos no me duran mucho) pero en el fondo siempre los recuerdo, y no se si ellos a mi.
Como estaba en jardín y obedecía (un poco mas) a mi mama, conocí a Israel, de rulitos muy graciosos, blancon y un pingüinito al caminar, se sentó conmigo y nos hicimos muy buenos amigos, amigos inseparables, chizitos, papitas fritas, sentarnos debajo del resbalón y conversar, me invitaba su gelatina, le prestaba mis colores, me caía (cae) bien, y lo mejor de todo, se reía de mis malos chistes. La amistad no solo quedo en el jardín, estudiamos en el mismo colegio por un pacto de nuestras madres, solo por un par de años (luego vendría un viaje) pero fueron interesantes. Nuestra amistad se distorsiono por un acto muy cruel y casual, Israel me presto sus colores, y un compañero me dijo que si era fuerte rompiera un lápiz, y bueno, cogí un color (pensando que era mi lápiz) y lo rompí su color marrón (según el, y yo recuerdo que era morado), Israel lloro demasiado, me sentía culpable, un traidor, un mal amigo, uno que no merecía su amistad, y fui mal perdonado, desde ese momento tenia que prestarme color por color para colorear mis dibujos, la confianza había llegado a su fin. Aunque igual su mama me invitaba a comer, jugábamos en su computadora, con su super nintendo y a veces ajedrez o monopolio, la camaradería aun se conservaba bien.
Mi papa viajaría por trabajo, y con el también nosotros, fuimos de Arequipa hasta Huaraz, una ciudad pequeña, para mis lamentables 8 años, el cambio fue fuerte, pero también fue muy bueno, conocí gente nueva y con eso nuevo amigos también.
Alberto, todo empezó cuando el, siendo brigadier, me castigo y yo le pegue, e hicieron que estrechara mi mano para pedirle disculpas en dirección, conversamos y nos volvimos amigos de toda la vida. Burlarnos de Alejandra y de todo el salón se volvió pan de cada día, y la dirección era nuestro destino en cada recreo, travesuras, chistes, insultos, Alejandra con las lágrimas y yo diciéndole disculpas por enésima vez. A pesar de todo siempre estudiábamos, en su casa los jueves a las 4, y sin embargo nuestras notas eran buenas (no se cuando cambie).
En un paseo, al cual fuimos con todo el salón, tome muchas fotos, y aun tengo la foto de el guardada, ese paseo fue buenísimo, Alejandra termino mojadisima, Alberto y yo nos echamos a reír, nunca había reído tanto con alguien tan genial como el, ese día de regreso a casa, en el bus, le dije que cuando seamos grandes la amistad perduraría, Alberto me dijo que estaría bien… nunca mas lo volví a ver.
Dos años de mi vida junto a el, y papá tenia que volver a Arequipa, volví y la historia con Israel fue mejor, la confianza volvió, y junto a eso Gonzalo se unió, hijo de un abogado conocido en Arequipa y nuestros domingos en el club de abogados, coca-cola’s, chatarra, piscina y concursos de natación que nunca tenia final, aguantar la respiración, bucear, nadar y hacer los mejor clavados, y echarnos al pasto a conversar, con el sol brillante de Arequipa, riéndonos, olvidándonos de que hay tareas, como lo diría mi papá “CO-JU-DE-AN-DO”.
En el colegio, Ivan también se volvió un amigo incondicional, aunque tenía muchas discrepancias con Israel, pero era el alma de los chistes, molestaba al salón entero, y nosotros nos reíamos, luego Ivan se cambiaria de colegio, y bueno, igual los tres estuvimos juntos en cada momento, para los trabajos en grupo, para el recreo y para salir a caminar.
Papa tenia que ir a Lima, y con eso Israel y Gonzalo, se quedarían solo en Arequipa, esta vez con otra persona reemplazándome o tal vez ya un dúo.
Una vez instalado en Lima, tenia 11 años, las vacaciones habían terminado, y me quede a vivir acá.
Como siempre, los amigos que formaba fueron en el colegio, y fue así, Jose, cabello corto, ocurrente y muy alegre, mi primer cigarro, ya no contábamos chistes, y conocí mi barrio a la perfección. Lamentablemente se separo muy rápido de mi, nos dimos cuenta que nos gustaba Andrea, y hizo mejores amigos que yo.
Se ese año no tengo mucho que contar, los amigos iban y venían, hasta me atrevería decir que mi único amigo era mi primo, de 7 años, el cual me contaba sus cosas, y me hacia reír con cada ocurrencia.
Mi 1ero de secundaria fue mejor, estudiar en un colegio bueno con gente con la cual me identificaba más, y ahí fue Diego, escaparnos al vicio, hablar de flacas, hacer tareas, y jugar futbol, aunque en esa época jugaba pero de lo que juego ahora, y ese mismo año conocí compañeros que mas tarde serian buenos amigos, Jorge, Freddy, Jk y Carlos.

agosto 08, 2008

Memorias de la sombra.

El sol tenía varias horas descansando en el oriente. Aquí, la compasiva luna alumbra las frías calles, acompañada de las pequeñas pero infinitas estrellas, son las únicas testigos de lo que sucede. Es más de medianoche, en mi hogar, si es que se le puede decir así, todos yacen en sus camas. Dejando que el cansancio y el frió de otoño los envuelva en sus sabanas. Es momento de despertar al ser que duerme en mí.
Inclinándome como el mismo drácula, me levanto y me envuelvo en mi manto negro. Salgo sigiloso de mi recamara y sin causar el más mínimo sonido cruzo las puertas de mi casa. La luna lanza sus rayos plateados sobre mi espaldar oscuro. Cierro los ojos por unos instantes, esperando que el viento golpee mi rostro, para designarme hacia donde debo ir. Mi mejilla derecha siente la fría brisa, por tal motivo emprendo mi viaje hacia el lado contrario. Comienzo a caminar por las desoladas calles, mirando a las escasas personas que aún seguían despiertas.
Tras caminar unas pocas cuadras, meto ambas manos en los bolsillos. Simultáneamente, saco una cajetilla y un encendedor de ellos. Extrayendo un cigarrillo, guardo la cajetilla nuevamente, luego lo prendo cubriéndolo del viento. Tras una lenta pero fuerte inhalada, el tabaco se vuelve humo e ingresa a mis pulmones. Muchos dicen que el fumar te hace mal, pero para mi es todo lo contrario. Cada vez que lo hago me acerca más a la muerte, nada es más reconfortable que eso.
Ya tengo unas cuantas horas caminando. No sé la distancia que he recorrido desde mi punto de partida, solo sé que en mi bolsillo quedan menos de la mitad de cigarrillos con los que emprendí mi caminata. Luego, paso por una ventana, en la cual veo mi reflejo. Veo a aquel ser que encierro cuando la ciudad despierta. En el interior de mi capucha, solo se podía apreciar unos ojos con mirada frívola. Una amalgama de rojo y negro, como los colores del infierno, pintaban mis ojos.
Con la mente despejada y todo el humo del tabaco cubriendo mi cuerpo, veo a las personas a mí alrededor sin detener mi andar. Algunas pasan a mi lado como si nada, otras prefieren evitarme cruzando la pista, seguro sienten miedo al ver la oscuridad de mi ser. Todas ellas con la mirada perdida, quizás por algún problema social, quizás por alguna herida del alma. Mientras paso por un parque, que no era nada diferente a los muchos que recorrí previamente. Algo tan simple, y complejo al mismo tiempo, llama mi atención. Una pareja descansa sobre una helada banca de cemento. Sin importarles la hora que era, ni el frío en el lugar, ríen y se abrazan con suavidad. Por alguna extraña razón, ese acto tan natural y común hizo que detuviera mis pasos.
Trató de olvidar lo visto fijando mi mirada en el tabaco de mi cigarro, pero ese retrato se queda grabado en cerebro. Mi ser, que ahora es frío y siniestro, sin reacción alguna ante las emociones. Suele alejar a todos los seres que me regalan aprecio. Pero a pesar de todo, esa imagen me hace reflexionar cosas que hace mucho olvide, ¿Alguna vez tuve sentimientos? ¿Este seco corazón vivió por alguien? Mi mente vaga por todos mis recuerdos buscando respuestas. Tras unos breves segundos, me centro en un recuerdo, el cual me causó mucho asombro. Mientras al mismo tiempo que una extraña sensación recorre mi cuerpo. En los recuerdos de mi pasado me veía feliz, sonriéndole al sol y abrazando a la gente. Alguien controlaba los latidos de mi corazón y me daba ese sentimiento que muchos llaman amor.
Después de todos esos recuerdos felices, la oscuridad volvió a mi mente. Sin encontrar razón alguna, le provoqué mucho daño a la gente, lastimando a todo ser que intentaba amar. No lograba entender el porqué de mis actos, por tal motivo, solo me quedo una opción, matar todo sentimiento en mi interior. Arrancándome el alma y deteniendo mi corazón, emprendí un largo viaje a la soledad. Por fin entendía todo, ahora recuerdo muy bien el motivo de mi frialdad. Pero lo que no comprendo, es como una simple pareja sin hacerme nada directamente, logró hacer que viejos recuerdos salieran por unos instantes, instantes que no volverán a pasar.
Luego de unos momentos con las plantas pegadas al suelo, vuelvo a caminar lentamente. Inhalando el poco tabaco que le quedaba a uno de mis últimos cigarros, aprecio el cielo. En mi interior una tosca sonrisa se dibuja, mientras veo la majestuosa luna llena. Fría y sola al igual que yo, cuelga en el firmamento. Mi amiga y amante, la luna me acompaña todas las noches que camino en esta soledad en masa. Como un lobo solitario, veo a la luna como mi único tesoro.
Muchas horas he caminado, Debo regresar antes que los primeros rayos del sol anuncien que el alba se aproxima. Encerrar al ser que vive en mí, antes que las calles se llenen de gente y sea peligroso para ellos. Tras unas horas caminando de regreso, ingreso a mi hogar de la misma manera que salí, en silencio como un fantasma. Me recuesto sobre mi cama, dejando que los músculos puedan por fin reposar. En breves horas, el sol penetrará por las ventanas. Este cuerpo despertará y afrontará un nuevo día. Ojala no conozca a nadie importante, para que así yo no cause mal a nadie. Yo dormiré mientras tanto, esperando que la noche envuelva nuevamente la ciudad y yo pueda volver a salir a caminar.


Cfr: Victor Tumialan M.

agosto 03, 2008

Mateo.

Mateo se levanta en su habitación, el piso esta lleno de cenizas, botellas vacías de ron barato y un olor a descomposición, la marihuana y la nicotina con el alquitrán muestran una noche pesada, el arte lo llevo a eso, a sus propios vicios, o tal vez sus propios vicios lo llevaron al arte, pero el se encuentra ahí, parado en el medio de su habitación, desnudo, hecho un herido de guerra.
Las mañanas lo destruyen, odia amanecer en un mundo donde nadie lo escucha, donde la soledad no lo deja estar en paz, para el la paz esta es sus pinturas y no en la religión, el perdió la religión cuando descubrió su talento.
Deambula por su recamara, busca el vacio, se siente solo… “la soledad es un espacio vacio que tratas de llenar con tu propia presencia”… piensa, y encuentra una caja, esta lleno de sus premios que ganó cuando era niño, cuando era feliz, recordó que desde pequeño le gustaba dibujar, vivía del arte, de la inspiración abstracta, sumiso de las acuarelas, los pasteles, el carboncillo y las imágenes en sepia marcadas en el lienzo. Pero en algún momento algo cambio, hubo un quiebre en su alma, papá no quiso que viva de las pinturas, de los cuadros y la sensibilidad artística, y el en su bohemia, en su locura, con sus 14 años escapo y ahora vive en su propio infierno, en realidad el esta muerto, vive en su mundo hecho una letrina.

Su nariz sangra con tan solo respirar, los golpes de la cocaína lo hirieron, esta endeudado con todo el mundo, vive en un cuarto prestado por un amigo, luego no sabe donde vivirá. Trata de calmarse, da unas pitadas largas (como tratando de que el humo se le impregne en las venas) y se quita la angustia, se quita la vida.
Ve su recamara, y es su cárcel, el agoniza y en su propia mugre y caos, trata de sentirse bien con las drogas y el alcohol, camina hacia el baño, esta desnudo, esta delgado nunca sabe si comerá, entra y se mira en el espejo roto de el muro, se odia, el cabello largo, la barba crecida a medias, sus ojos rojos, sus labios morados, el siente frio… ya había tocado fondo, o como le dice su hermano mayor cuando lo repudia…”estas en el hoyo”.
Mateo esta atrapado en su espanto, duerme tarde cuando llega de un bar donde todos lo conocen, el abandono lo acobija entre sus sabanas, se masturba, duerme, y al día siguiente dibujara… es su arte… es su vicio.

Mateo no es feliz, pero esta vivo, su hermano vive mejor y su padre ya murio... los finales felices no existen.

agosto 01, 2008

Vacaciones de medio año.

Estas vacaciones han sido (son) muy reflexivas, tranquilas, de alguna manera muy lineales y hasta pasivas (si es que es una buena descripción), no he dormido bien , con excepción de la noche del 25 de julio, tal vez por lo que ocurrió esa misma tarde o tal vez por que mi cama estuvo bien tendida y ordenada.
He tenido tiempo, mucho tiempo, para hacer y conocer cosas interesantes, y hasta personas interesantes, para escribir en este blog, para fumar, y ya no fumo mucho (casualmente ahora fumo), para beber café (y ahora también tomo una taza), para ir a exposiciones de artes, y a esta ultima feria del libro, he tenido tiempo para caminar, escuchar buena música, pasear por Miraflores (generalmente acompañado), e incluso repasar matemáticas por que lamentablemente (o heroicamente) desaprobé matemática, lo cual ya estaba escrito.
La rutina se transforma de la siguiente manera:
Me despierto (relativamente temprano), y me quedo observando las grietas ligeramente marcadas en el techo de mi cuarto y con la música del mini-componente me alegro solo el despertar, ya que mamá esta de viaje, papá trabaja y mi hermana también. Ya despierto, no tiendo mi cama (lo hago después) pero deambulo por el pasillo, la sala, el comedor y la cocina, donde me preparo un café (y no sé si me esta haciendo daño) lo tomo y me baño, me cambio, y a veces voy donde la dentista, y empieza el masacre (por que siempre odie ir a ese lugar), o a veces me quedo en casa luego voy a repasar matemáticas donde un fiel y mal amigo.
Almuerzo en un bonito restaurant, acá en la Molina, solo (creo que siempre será mi destino), y me voy, generalmente, a la mesa de al fondo, en un balcón, para mirar los arboles y las aves, pido algo rico, ya que el dinero que papá me deja en mi mesa, sirve para degustar algo, últimamente almuerzo en casa, trato de ahorrar.
En las tardes (que se pasan lentamente) trato de salir (extrañamente hoy no he salido) acompañado, o no, siempre tengo algún lugar donde salir, a un café, a caminar, al billar o a la casa de mi primo, pero trato de no pasar el día en la casa, me aburro.
Luego llego a casa, leo algún buen libro (últimamente “Memoria de mis putas tristes” de Gabo Márquez) y espero que mis ojos se adormezcan y logre dormir bien (que es imposible), porque los días de mis vacaciones siempre serán rutinarios con el invierno húmedo de esta ciudad triste, solitaria, y aburrida, casi casi… como yo.

julio 17, 2008

En la noche.

Es dificil dormir, ahora que ya no tengo cama, esque me aburri de estar con esas cuatro patas de madera, y la desarme y solo duermo sobre 2 miseros colchones, no me quejo (o no me quejaba), en el verano dormia en boxer, con sabanas y con mi almohadita a rayitas azules con celeste y azul mas oscuro (bonita combinacion, agradeci mucho a mama cuando me la regalo), no empezaban las clases de la universidad, habia dejado de fumar significativamente, pero igual algunos filtros terminaban en mis manos, escribia a diario y eso significaba escribir mal.
El cafe aun seguia, Nescafé Gold, muy sabroso cuando le daba mas vueltas de las que debia dar y la espumita empezaba a rebalsarse por los costado, junto a la lap top, que ya no tengo, hacia una buena combinacion.
En el verano y con la "cama" que tenia, dormia bien, hasta tarde, me despertaba, prendia la lap, subia el volumen, iba al baño a mojarme la cara (y una gotita resbalaba por mi espalda), me secaba la cara y me hechaba en mi cama a pensar... lindo tiempo... pero ese no es el tema.
Las noches se han vuelto pesadas, se volvio una rutina exagerada de la desesperacion, siento el rebote en mi cabeza (la resaca), una sed muy filial al agua, y una garganta reseca, las legañas, mis pestañas, mis reaccion con el sol (que por suerte ya no sale) y un perro que ladra y lo odio.
Antes de dormir acostumbro a leer con esa lamparita que coloco cerca a mi cabezera y unos lentes a los cuales tengo que acostumbrarme.
Cierro el libro, apago mi lamparita, me saco los lentes y empieza el terror...
Me hecho para la derecha y cierro los ojos, ya no cuento a las estupidas ovejitas, me causan dolor de cabeza y pensar en eso me hace pensar en mas cosas que no deberia de pensar, sigo despierto pero con los ojos cerrados, esperando soñar de lo mas lindo, entonces cambio de posicion, de estrategia, y procedo a acomodarme la almohada y la mantita cerca "POR-SI-ACASO", mi mente se luce tranquila, por que dormir a la izquierda es mas rico, pero no logro el sueño, entonces cambio de estrategia, mirando el techo, que generalmente no funciona, y vuelvo a voltear pero tampoco funciona, pongo mis manos debajo de mis mejillas, entre mis rodillas, debajo de la frazada, encima, una adentro y otra afuera, no logro conciliar el sueño, siento que estoy sudando, pero no hay ni una gota de sudor en mi cuerpo, me siento caliente y tengo que sacarme la estupida frazada de encima, y luego entra el frio y me estresa demasiado, pongo musica y la apago, no existe cancion perfecta para dormir, prendo la lampara y la gata cerca, la apago y miro la hora, las 2:37, y todavia no puedo dormir.
Por fin duermo, pero en dos horas ya estoy despierto y no me siento bien, me levanto y voy a la cocina, y me sirvo agua, por que mi garganta esta reseca, y vuelvo a mi cama, y otra vez no encuentro dormir bien, pienso tomar pastillas, pero no consigo hacerlo, aunque pienso que deberia, y me acomodo y no duermo... ya son las 5:58 el sol da su primer impacto, aunque la neblina lo termina opacando y yo aun no duermo bien...
Otra vez duermo y me levanto a las 12 o 1, no dormi nada, y me retumba la cabeza, los ojos no quieren abrirse, te pesa todo, quiero mandar a la mierda al mundo entero, te desesperas y te mueves a todos lados. Prendo mi mini-componente, y pongo algo de musica, si escucho reggaeton me estresa mas, si es cumbia tambien, si es romaticona, me da ganas de no levantarme, y encuentro una buena cancion que me hace pensar, los ojos ya estan mirando y me paro, todo pesa, y es mejor bañarse, antes un vaso de agua y ya luego almorzare, porque los desayunos son para los que pueden dormir bien y se levantan temprano.