diciembre 12, 2009

El reencuentro eclesiástico

-Hueles a cigarro –me dijo cuando la salude. Estaba más guapa que de costumbre, hacia mucho que no la veía ¿Una año? Quizá dos, pero no podía negar que estaba más bonita que antes, cuando recién la conocí.

No sabía que hacía ahí, había pasado mucho tiempo sin que yo participara en algo de la iglesia, pero mi hermana me dijo que la ayudara a envolver regalos para la campaña de navidad.
Nunca me sentí identificado con la iglesia, incluso cuando formaba parte de ella, siempre sentía un “deber”, nada me nacía, todo lo hacía porque lo tenía que hacer. Quizá por eso me fui, obviamente volví por un tiempo, pero fue peor que el inicio, así que hui por segunda vez y esa iba a ser la definitiva.
Lo único bueno de la iglesia fue Jessica (que ahora estaba muy diferente). La conocí en una campaña de navidad tres años atrás. Para esa época ambos estábamos en el colegio, teníamos la misma edad y siempre nos cruzábamos en los diferentes eventos de la iglesia. Tenía el cabello oscuro, de piel clara, de ojos brillantes y una mirada que solo causaba ternura. Yo por el contrario, estaba en el hoyo.
Hablábamos mucho desde que me envolví en el rollo eclesiástico, hablábamos mucho de nosotros, de mis relaciones, de sus relaciones, de mis amigos, de sus amigos, de mis anécdotas, de sus anécdotas… nunca nos falto un tema. Muchas veces pasaba a recogerla a su casa para ir a misa, para ir al rosario, para hablar toda la noche juntos.

Y ahora estaba ahí, criticando el perfume del tabaco que despedía mi polo.

-¿Haz fumado? – me preguntó mirándome como esas veces.
-Un poco.
-No deberías hacerlo, hace mucho daño…

Y mientras me resondraba me perdía en sus ojos. “Si tan solo no estuviera en la iglesia” pensaba de una manera energúmena.

Nos pusimos a envolver regalos, hablamos mucho, pero eran tonteras a comparación de nuestra camaradería de antes. Me hablaba de que su vocación estaba en duda, cosa que en ese momento no entendí y yo metí mi nariz diciéndole que yo también dude de mi vocación hacia ya un año, cuando era estudiante de Finanzas en ESAN, dudaba de esa vocación porque dedicaba más de ocho horas a leer y a escribir, huía de clases, iba a un barcito que quedaba por la universidad Católica y que, obviamente, lo único que quería era ser estudiante de literatura en la San Marcos.

-No Luis, no me estas entendiendo. Estoy en duda, no sé si ser monja.

Me quedé paralizado, dejé por un momento de envolver. Pero ella seguía igual, envolviendo, sin darse cuenta de mi reacción.

-Lo he pensado mucho, pero no se qué hacer con mi vida. Me va bien en la universidad, pero siento que esto no me llena por completo.

Volví a empacar el regalo, no opinaba mucho ¿Dónde diablos estaba la Jessica de antes? La que obviamente sabía que quería tener hijitas y ser una mama a tiempo completo y mimar a su marido como nunca lo hizo con otra persona ¿Dónde está esa Jessica? Que lo único que quería era ser profesional y casarse de blanco.

-¿Tu qué opinas? –Me dijo de golpe, clavándome esa mirada tan dulce de siempre.
-No sé –Obvio que no sabía, si cuando estaba en la iglesia ella era la única, con la que me casaría, con la que tendría una familia feliz.

Me reí y le dije que se tranquilizara, que hay tiempo. Y le cambie de tema.
Me empezó a preguntar por mí, sobre mi vida, mis relaciones recientes, ¿Qué opinaba de la vida?...

-Dime Luis ¿Todavía quieres ser escritor? –Creo que ella era la única chica a la que le había dicho que quería ser un escritor profesional, en una reunión.
-No sé, ya no escribo como antes. Ya no leo como antes. Nunca tuve el talento flaca… nunca lo tuve.

Recuerdo que una vez nos quedamos mirándonos en la puerta de su casa, estábamos a punto de besarnos, ganas no nos faltaban, incluso ella me estaba cogiendo de mi mano. Pero nuestros principios capellanes hicieron que nos despidiéramos rápidos y que le pida mil disculpas.
Cuando ya era tarde, todos se estaban yendo del Centro Pastoral (una suerte de casa que acoge a todos lo que están interesados en ser miembros de la iglesia… que raro que me acogieron a mí).

-¿Nos vamos?

Si esa frase viniera de una chica normal, de alguna chica que no está involucrada en la iglesia, la hubiera cogido de la mano y la hubiera acercado a mi boca hasta sentir apretados nuestros labios. Pero asentí con la cabeza y le dije: “Vámonos”
Caminamos un par de cuadras juntas, ella me seguía preguntando sobre mí, yo respondía y trataba de no chocar contra sus creencias que alguna vez también fueron mías.

-Bueno, me tengo que ir. Cuídate –Me beso la mejilla y agrego –Estas muy diferentes, no eres el de antes. ¿Desde cuándo eres tan pesimista? ¿Dónde diablos esta el Luis que conocí hace tres años? Tienes una cajetilla grande en el bolsillo y te apuesto que solo quedan pocos cigarrillos, apuesto a que bebes todos los fines de semana ¿Qué tienes Luis? Ya no miras las cosas como antes. Tú me enseñaste a ver las cosas por el lado bueno. Con un par de preguntas me bastaron para darme cuenta que estas en el hoyo, que estas tocando fondo. No es nada físico… pero emocionalmente estas muriendo. Llegaraáun momento donde no aguantarás más.

-Lo siento Jessica. Adiós.

Me fui y volví a prender un cigarrillo, aturdido, pensando en cada palabra que me dijo ella.
Cuando boté todo el humo de mi boca, volteé a ver si ella estaba ahí.

Y me estaba mirando desde hacía un buen rato.

octubre 08, 2009

Yo no sé sufrir.

Debería llorar, debería sufrir y no lo hago. Me miro al espejo “¿Esto me sucede a mí?” me pregunto en silencio. La casa silenciosa con la noticia, algunas lágrimas recorren el rostro de mi mamá, algunos pasos deambulan por la casa… pero el silencio no termina.
Todos lo sabemos, incluso la niña, pero la mamá de la niña no lo sabe.
Mi papá es tan frugal, tan frio, tan callado “¿Cómo lidiará con el silencio?” es otra pregunta que impacta en mi cabeza cuando me sigo mirando al espejo como un desconocido… ¿En qué momento se mando a joder mi actitud?
¡Los teléfonos! Putos teléfonos, conspiran en silencio los que hablan por teléfono, ocultando a toda costa la verdad. La verdad, lejos de sentirse disimulada, se vuelve en cada momento más obvia.
Y me miro al espejo y no sale ni una lágrima, no siento dolor, no siento pena… tampoco estoy alegre, la noticia vino y se fue. No sé sufrir.
-Es probable que muera- las paredes susurran al oído y lo recuerdas una vez más.
Yo estaba alegre, hacia bromas cuando supe que nació “Una mujercita” sonreía con ganas de verla crecer. Pero la paredes vuelven a hacer recordar que va a morir ¡VA A MORIR! Y no estoy triste, raramente me siento muy normal y lo demás sigue girando.
En la casa nos miramos las caras con vergüenza, vergüenza de decir la verdad. A mí no me hace daño ¿Por qué no son sinceros?
Otra duda que surge en la tensión… y me sigo mirando al espejo, fastidiado de verme ¿Cuándo mierda cambie?
Entonces otra vez salgo de mi casa y vuelvo a engañar al mundo entero diciendo: “Estoy bien”.

octubre 04, 2009

Un escritor ex enamorador de mi ex enamorada

Una de las cosas que me hicieron dar cuenta que mi vida iba cambiando, fue el llegar a quinto de secundaria. Milagrosa o dudosamente entré al circulo de estudios donde solo entraban los inteligentes y yo (que no soy inteligente).
Eran tiempos interesantes, me conquistaban los libros y una guitarra desafinada. Tenía una enamorada muy simpática que me escuchaba, que me quería; y sin embargo, no me llenaba completamente. También estaban nuestros deberes como estudiantes, teníamos que estudiar para ingresar a alguna universidad y sobrevivir, sobre todos “nosotros” los del círculo de estudios.
Se hablaba mucho de un muchachito de baja estatura, alguien que predicaba a los Guns N' Roses, que prefería leer en clase de química antes que atenderla. Me decían que escribía los mejores poemas, que soltaba frases que asombraban a las chicas y también que yo ya lo conocía. Se decía, también, pero eso se me hizo difícil creerlo hasta que lo vi, que enamoraba a mi ex enamorada que, incluso en esos tiempos, me seguía gustando a mí…
¿Quién era? pues no lo supe hasta que un día me senté junto a él. En ese momento no lo sospeché, ni me lo imaginé, pero estaba ahí. Nos hicimos buenos amigos y yo no me daba cuenta que en los recreos él salía a abordar a mi ex enamorada. Yo vagabundeaba por el cafetín con otros amigos, mientras que ese infeliz (que lo quiero mucho ¡MALDITA SEA!) trataba de robarle un beso a esa muchachita.
Cuando me enteré quien era el desgraciado, ya era muy tarde, aquel flaco que compartía carpeta conmigo ya era mi amigo, ya habíamos intercambiado versos, historias, libros y canciones. Se me hizo difícil aceptarlo.
Ya con el tiempo, yo le decía, a él, las cosas que le gustaban a mi ex enamorada.
¿A qué viene todo esto? Pues ese desgraciado, que no solo se conformó con enamorar a mi ex enamorada, que no se conformó con escribir mejor que yo y que no se conformó con hacerse mi mejor amigo para que no le pegue, cumplió años ayer. Y se conformó, ahora sí, con emborracharme.
Si el invitarte unas galletas a los once años, si el compartir un viaje de promoción, si el escribirle a la misma chica, si el irnos de retiro juntos y morir, si el prestarnos libros, películas o escritos, si el escuchar un partido en un parque cerca del estadio, si el “piano bar” (sabes a lo que me refiero), si el escaparnos a fumar a la espalda de tu universidad, si el emborracharnos juntos, si el que duermas en mi casa, si el que salgamos con Melissa a desahogarnos… Si todo lo que hemos vivido juntos, no es amistad… ENTONCES NO SÉ LO QUÉ ES…

octubre 01, 2009

Senectud apresurada

Prendo mi lap top como todas las noches, me comunico con poca gente (no me gusta la multitud) por lo general de la universidad ya que es el nuevo entorno que me rodea, gente divertida, que me hace reír, gente enérgica, con mucha fuerza y que, obviamente, es más entretenida que yo.
Un pequeño incidente ocurre entonces, de la nada… todo por la culpa de mi ego tan disimulado. Nadie nota mi ego, pero se alimenta mucho y crece con mucha rapidez. Natalia, mi querida vecina, me envía una nota diciendo “Te dedico esta canción” adjunto a una página que no logro reconocer.
Se me hace raro, con Natalia nunca hablamos de lo “nuestro”, siempre fue unos destellos de soledad que terminaron en besos, una suerte de amor furtivo y apresurado, de esos que se consuman en una noche después de varias copas en la cabeza.
Me emociono de tanta ternura y aunque no quiero comprometerme a nada termino por abrir esa canción que me dedica con un emoticon sonrojado. Sale una rara sonrisa de mis labios ¿Qué quiere Natalia? Me pregunto con cierto morbo.
Entonces la pantalla parpadea y se abre una y otra ventana, al comienzo no comprendo… pero luego entiendo que no se trata de una canción dedicada a ese sentimiento borrascoso que una noche nació (cuando cursaba el cuarto de secundaria)… si no que es un maldito virus e inmediatamente el virus se es disparado para todos mis contactos.
Entonces me amargo, me hostigo, me descontrolo un poco y no sé qué hacer. Me molesta que mi lap top tenga virus, me molesta darle una explicación a todos los contactos que les envié el virus y me molesta haberme ilusionado con una supuesta canción de Natalia.
Decido huir, el camino más fácil, dejar a Mafe sola con su trabajo, irme sin dar explicaciones a la gente de la universidad. Pero antes de cerrar mi sesión una ventana sorprende mi pantalla. “¿Qué diablos tienes?” mi ex enamorada Natalia (casualmente con el mismo nombre) empieza con un tonto espectáculo.
Le explico lo sucedido y le pido perdón, pero me tilda de ebrio. Le vuelvo a pedir perdón y trato de explicarle pero es inútil… no entiende ni media palabra de lo que trato de explicar, por más que me esmero en hacerle entender no se puede.
Amargo de tanta tontería cierro la lap top y salgo de mi cuarto, agarro el nextel, alerto a Jazmín y le cuento lo sucedido. Se burla de mi estupidez y me siento un tonto. Salgo a fumar un poco y pienso.

Llego a mi casa con un montón de conclusiones en la cabeza y entre ellas solo una es la mas importante “ME HE VUELTO VIEJO”.
No es broma.
Últimamente me amargo de cualquier cosa y para no incomodar a nadie solo digo “Estoy cansado” pero en realidad estoy a punto de estallar.
Duermo después de comer y si me despiertan (que es casi siempre) mi genio revienta, no soporto que me despierten, tengo que despertarme por mi propia cuenta para estar tranquilo.
Si no entiendo alguna clase, me doy por vencido y me hago el loco hasta que me la expliquen de nuevo.
Mi memoria está hecha tiras, no recuerdo rostros, no recuerdo nombres, no recuerdo lo que hago… solo recuerdo que tengo que dormir.
Miro mi novela y no me gusta que hagan bulla cuando la miro porque me amargo y callo a todos lo que hacen bulla.
Ni siquiera el deporte me hace sentir más fuerte, me molesta que jueguen peor de lo que yo juego, peor si me echan la culpa.
Me he vuelto una señora. Una señora solterona que no tiene tiempo de hacer lo que le gusta y anda amargada de la vida. Perdí mis ganas de hacer lo que quiero ¿Por qué? No lo sé y tampoco quiero respondérmelo, porque me haría muchos problemas y no me gustan los problemas, que es otro síntoma de esta senectud apresurada.

septiembre 06, 2009

Noches de memoria

Todas las noches,
poco a poco,
ellas vuelven a mi memoria,
me hacen reproches
y me recuerdan nuestra historia.


Soy más culpable
de lo que no aparento ser.
También yo me fui a perder
con otros besos agradables.

No voy a defenderme
diciendo que no quise
probar los labios del pecado.
No me arrepiento de lo que hice,
si no saben quererme,
las puertas se han cerrado.

Esperaré otra muchachita
con la boca marchita
para poder renacer
lo que supe perder.

Y entonces entrará a mi memoria
mientras en las demás noches
se repita la misma historia.

agosto 25, 2009

C'est la vie

Así es la vida... seré artista...aún dormido y casi sin vida, diré con orgullo "soy artista". Y no cualquiera, un poeta, un escritor y lo que es mejor un soñador, un vagabundo, amante de la pintura y las melodías. Todo es claro ahora en el mundo, ¿Qué puedo decir? -yo amo al arte-. Alguien me decía que algo estaba mal en mí: "Niño tanto amor te matará, acabarán por encerrarte en una cárcel de imaginación, la realidad."
¿Qué puedo decir? haré lo que mejor se hacer: combatir. Tendré que cargar mi cruz y en mi única defensa alegaré que yo amo al arte. Y después, cuando la pureza esté en mi cuarto y me haya despojado de tanta realidad, la muerte vendrá a buscarme, ya abatido por mi salud quebrantable, y preguntará, cansada de tanto esperar: ¿Quién morirá de tanto amor?... Y yo dormido y casi sin vida le diré con orgullo: ¿busca al artista? El artista soy yo...

agosto 15, 2009

Andrés

La mañana cruza la habitación de Andrés. El frio limeño se apodera de su cuerpo. “¡Qué frio, carajo!” piensa. El sonido de su celular vibra en sus oídos y abre sus ojos hostigado por la bulla. No duda y rechaza la llamada. “¡Son las nueve de la mañana, que no joda!” grita. El sonido del celular vuelve a molestarlo.
-¿Aló?-dice un poco molesto.
-¡Andrés! Perdón, ¿Estas durmiendo?
-No, estoy hablando contigo- “Pobre imbécil” piensa.
-En un par de horas voy a tu casa, tengo mucho que contarte.
Termina de hablar con Rodrigo y trata de dormir, pero es imposible.
Prende la televisión. No se siente contento consigo mismo. Va saltando de un canal a otro sin mirar la televisión, pensando en otra cosa. “¡Este país es una mierda!” prende un cigarro y se deja caer desparramado en su cama.
Va al baño, no hay nadie en la casa. Moja su rostro, se mira al espejo y prefiere no afeitarse. El frio invade poco a poco el baño y Andrés empieza a temblar. Cruza el pasadizo y va a su habitación, prende el mini-componente, mira su pequeña biblioteca que logró hacerla crecer con tanto esmero y empieza a ordenar su cuarto.
Al mediodía el timbre suena, es Rodrigo. Andrés lo hace pasar. Rodrigo mira a Andrés en bóxer y se ríe.
-Cámbiate rápido, vamos por unas chelitas- le dice.
Andrés coge los primeros jeans que ve y se los pone. Termina de vestirse y va donde Rodrigo.
-Vamos rápido, no tengo mucho tiempo- le dice Rodrigo.
Cruzan la avenida, fumando, la calle vacía y la neblina no deja ver el final de la calle. Dan la vuelta por el parque y ya logran ver la universidad. Entran a ese pequeño bar y piden unas cervezas heladas. Andrés prende un cigarrillo.
-Fumas mucho por lo visto- le dice Rodrigo.
-No.
Rodrigo habla, se vuelve muy locuaz cuando habla de su enamorada. Andrés lo mira, le sonríe y da una pitada larga que hace que pase por su garganta junto con un poco de cerveza. No lo escucha, mira la calle solitaria, los arboles tristes. “¿Se dará cuenta de que no le presto atención?” piensa y vuelve a mirarlo a los ojos.
Después de dos rondas Rodrigo tiene que irse. Se levantan de la barra, apagan las últimas colillas, Rodrigo insiste en pagar, pone el dinero en la mesa y salen a enfrentarse contra el frio violento de lima.
Se despiden en la avenida y Andrés toma rumbo a casa. Mira su reloj y son las cuatro de la tarde. “todavía tengo tiempo” piensa.
Llega a su casa, mira la nota que su mamá le ha dejado y va a su cuarto. Prende la televisión, mira una película y piensa en ella.
Las tres de la tarde en el reloj coge sus llaves y sale. Pasa por la tienda, compra una cajetilla, lee Marlboro en la etiqueta, paga y se va fumando mientras espera el bus.
En el camino va escuchando música, mirando las calles de ese invierno tan crudo y húmedo, la ciudad se llena de nostalgia y los recuerdos van y vienen por la mente. Las cosas han ido cambiando desde que salió del colegio, los pensamientos iban adoptando formas diferentes… pero en este país no se puede vivir de una vocación poco rentable.
Baja del bus, prende otro cigarrillo y se va acercando a la esquina. Logra reconocer a algunos amigos y se acerca a saludarlos. Pregunta por ella y nadie le da razón.
Sigue caminando con Mónica y Maritza, sus dos amigas. Sin embargo, Andrés sabe que con Mónica no son sólo amigos. Algo pasó hace mucho, un beso liberó muchos sentimientos que no debieron salir.
Eso es lo de menos, Andrés camina, su cabeza está centrada en otra persona. Bota la colilla en el pavimento y la apaga con la planta de su zapatilla. Vuelve a alzar la mirada y solo mira rostros conocidos, aún no logra verla.
Se sienta en las gradas, prende otro cigarro y cierra su casaca hasta el cuello. “¡Mierda, qué frio!” piensa.
Los rostros siguen pasando por su costado, va saludando a algunos y otros sólo pasan sin tomarle importancia.
Traga el humo, golpea y ella lo mira a los ojos, Andrés sonríe y despide el humo de los labios.
-No quiero que el humo se impregne en mi cabello- dice Fernanda. Andrés se levanta y la saluda, pero cuando mira a su costado ve a otro chico que está muy cerca de Fernanda. Se hace el loco y solo mira su aspecto de rockero.
Andrés se sienta, cada vez más gente rodea su entorno.
-¿Y tú? ¿Cómo estás?- le pregunta Fernanda.
-Como siempre, aburrido.
Andrés sigue fumando, mirando sus ojos, ella se ríe y sigue conversando con los demás. Logra reconocer la caminada de una chica que atormentó su pasado, su cabello rubio, sus All Star, su mochila escocesa y sus expresiones tan graciosas.
-Estoy apurada- Le dice Fernanda a Andrés y se despide. Andrés se queda desconcertado y ve cómo se va con el rockero, sospecha algo y duda.
Andrés habla con Paul, un amigo que logró reconocer entre la multitud, y empieza a caminar lento.
Prende otro cigarro y le cuenta que Fernanda le dijo que vaya a saludarla y que le molestaba demasiado que ella se haya ido con otro.
-Es una puta, ¡Una puta de mierda!- le dice Paul a Andrés.
Andrés no sonríe y se aleja caminando un poco incomodo por la situación. Una chica se le acerca y le empieza a hablar, Andrés está un poco ofuscado como para prestarle atención y solo se resigna a escuchar. Pasa por una librería y compra dos libros casi sin verlos, paga y el viento sorprende su cuerpo. “¡Este frio de mierda me va a matar!” piensa.
De regreso, se encuentra con Maritza, conversan y deciden ir a caminar por el malecón. Toman un bus, Andrés paga y se sientan.
-¿Cómo te fue con Fernanda?- Le pregunta Maritza.
-Mal
En el bus hablan poco.
Bajan del bus y caminan por el parque Kennedy, hablan de música, de los viejos recuerdos que le traía ese lugar a Andrés. Saca una cajetilla de su bolsillo y empiezan a fumar.
Caminan por la avenida Benavides mientras Andrés le cuenta esas historias del pasado a Maritza y Maritza le sonríe. “¿Me estará escuchando?” se pregunta extrañado Andres.
De regreso toman un bus y ahora los papeles se han invertido: Maritza le habla a Andrés y Andrés no puede evitar pensar en Fernanda.
Maritza baja del bus, se despiden y quedan en verse la semana que viene. Andrés se queda solo, se pone los audífonos y empieza a leer una de las novelas que se compro en la librería, cuando esa chica le hablaba y él sólo se resignaba a pensar en por qué Fernanda se fue de esa manera.
Baja del bus, camina hasta su casa, la noche ya había entrado a la ciudad hace unas horas, él no lo había notado hasta ese momento. Entra a su casa y deja los libros en su escritorio. Un mensaje de texto de Fernanda le llega a su celular diciendo que lo quiere como no imagina, pero vio que Mónica aún se moría por él y como es su amiga, preferible dejar las cosas como “amigos”. Andres se ríe irónico, piensa que es una estupidez. “Creo que Paul tenía razón” piensa.
Andrés le manda un mensaje diciéndole que no tiene por qué decirle que lo quiere si no lo siente. Ella se lamenta y le sigue mandando mensajes. Andres se siente incomodo, le parece una completa estupidez lo que Fernanda hace, sospecha algo de ese rockerito que caminaba con ella, pero ya es demasiado tarde.
Deambula por su casa, no sabe lo que está buscando en ese lugar desconocido para él. En la cocina se topa con su mama.
-Parece que te fue bien con Andrea- Le dice su mamá.
-Si - responde. “No siempre que te digo que salgo con Andrea, salgo con Andrea” piensa y le da un beso en la mejilla. En su casa nadie se da cuenta lo que vive, Andrés tampoco sabe lo que su mamá vive. Son unos completos desconocidos.
Ya es casi medianoche y Andrés está tirado en su cama pensando, mirando el techo de su habitación con ganas de prender un cigarrillo. Piensa en todo lo que ha pasado y solo se resigna a decirse “Tranquilo, cholito. Es solo un día mas en este lugar de mierda”. Prende la televisión y no se ríe ni con su programa favorito.
Entonces va a su escritorio y prende su lap top decidido a escribir lo que le pasó ese día, cambiando un poco los nombres obviamente.
El viento se desliza sigilosamente por la ventana y Andrés empieza a temblar. Se acerca a la ventana a cerrarla para poder escribir tranquilo y piensa “¡Mierda, que frio que hace!”

agosto 09, 2009

Sin título (aún)

No me digas que me porte bien.
No me digas: "No me hagas daño".
Siempre que soy, cómo quiero ser,
termino siendo el malo.

No me pidas alegrías.
No me pidas serte fiel.
Porque en las noches salgo con ella,
mientras tu te besas con él.

No me exigas que te escriba,
ya que nunca más lo haré.
No me exijas, ni me pidas
lo que nunca más te daré.

agosto 08, 2009

Fumando el humo mientras todo pasa.

[El título del siguiente escrito hace referencia a la cancion de Fito Páez- Al lado del camino.]

Hace poco volví a ver el poster del “Che” Guevara: un hombre barbón, con la mirada en alto y un habano en la boca. Esa imagen la había visto cuando tenía seis años en la habitación de mi tío. Lo que más me llamaba la atención de esa imagen no era la frase de abajo (“El mejor entre los buenos”) sino ese objeto cilíndrico que colgaba de su boca.

Mi primer cigarrillo fue a los once años. Mamá había salido de viaje y papá trabajaba hasta tarde. Ese día invité a dos amigos a mi casa para hacer cualquier cosa, en realidad eso de prender un cigarro no se me había ocurrido, pero José fue quien llevo una cajetilla de Montana.
José trajo, junto a su cajetilla, dos amigas muy peculiares: Sandra y Roxana. Sandra, al igual que Roxana, era mayor que nosotros. Sin embargo, en la sala de mi casa, esas diferencias se perdían.

Entonces nos aventuramos a prender un cigarro, el arte de tragar y emanar humo de la boca. Esa tarde no solo fume mi primer cigarro, sino que también di mi primer beso. Sandra era una de esas chicas de piel clara, de sonrisa plena y una mirada muy tierna y seductora. Ella tenía trece años y ya cursaba el segundo de secundaria. Yo era un joven torpe y soñador, no sé si ese beso fue un éxtasis de romance o solo un impulso de un juego llamado “La botella borracha”.
Lo cierto es que esa tarde quedó grabada en mi memoria para siempre, no solo porque una muchacha mayor que yo me regalaba un beso, sino que mi primer cigarrillo también toco mis labios. En realidad fue una experiencia un tanto repugnante, me sentí mareado casi al instante, pero ese pequeño afán de sentirme mayor en frente de Sandra, que me veía exhalar el humo con mucha masculinidad, era muy fuerte.
Pensé que esa vez seria la ultima, sin embargo, tres años después la historia cambiaria mis expectativas.

Cuando llegué a tercero de secundaria empecé a rondar billares junto a mis amigos. Todos esperábamos ansiosos las salidas para huir por la avenida y caminar cuatro cuadras hacia ese sótano donde había varias mesas de billar. Dejábamos los bolsos de lado, nos remangábamos las camisas y empezábamos a jugar.
Un día de esos Paul se apareció con una cajetilla de Lucky Strike en las manos. Paul no iba al billar a jugar, como los demás, él solo nos acompañaba para conversar y matar sus tardes de soledad. Y entonces fue así como vi, en el borde de la mesa, un cigarro prendido, esperando ser tomado por alguno de nosotros. Y entonces lo tome con los dedos, lo llevè a mis labios y tragué el humo.
Después, ya en las fiestas y en las reuniones, siempre me aparecía con un cigarrillo en los dedos que, de eventualidad, me daba más seguridad al momento de hablar con mis amigas.

Cuando entré al cuarto de secundaria, a pesar de no tener el hábito de fumar muy seguido, fumaba de vez en cuando, camino al colegio, saliendo de clases, camino a ensayar con mi primera banda de rock.
Para esas épocas fumaba una marca que reconocí en uno de los cuentos magistrales de Ribeyro: los Pall Mall. Después de leer “Solo para fumadores” del mismo, me volví loco. Buscaba diferentes marcas y sabores para encontrar el tabaco perfecto, pero los Pall Mall ya me tenían amarrados a su sabor. Después de eso, no volví a leer nada interesante sobre el hábito de fumar.
Fueron los Pall Mall los que me llevaron a la gloria. Leía con un filtro entre los dedos cuando subía al techo de mi casa a buscar tranquilidad, fumaba cuando redactaba mis primeros ejercicios literarios, fumaba cuando Ingrid me desafiaba en una discusión sobre un libro o una banda o una canción. Sea lo que sea, fumaba para sentir esa seguridad de que las palabras fluyan y caigan por su propio peso.
Mi dosis era mínima ya que solo fumaba en esas ocasiones. Me compraba un paquete sólo para esos momentos y la cajetilla la tenía guardada hasta que vuelva a hacer lo mismo.

El siguiente verano me hice fiel compañero de Carlos, un fumador más experto en el asunto. Mi verano fue maravilloso, recorríamos el malecón fumando mientras me contaba sus anécdotas, sus secretos, mientras me presentaba a sus amigas y se unían al grupo. Probé distintas marcas con él y mi paladar se volvía más selecto para reconocer el tipo de tabaco que surcaba mi garganta.
Ya en quinto de secundaria, me di cuenta que no estaba solo en el mundo. Mis escritores preferidos, los grandiosos músicos que escuchaba, los genios que componían versos y canciones también gozaban del mismo hábito, lo cual me hacía sentir como un pez en el agua.

Creo que el vicio no es tan hereditario que digamos. Mamá fuma ocasionalmente, mi papá dejo de fumar cuando se dio cuenta que lo hacía por pura pose, mi hermana también dejo de fumar cuando entró a la iglesia y sólo uno de mis primos me hacia compañía afuera de las reuniones para acabarnos un asqueroso Hamilton que nos calmaba la ansiedad. A mi abuelo lo vi fumar la última vez que fui a su casa, y no es exactamente el tipo de fumador que pensé que podría ser. Pero la excepción, el punto aparte de la familia es mi tío Beto. Fumador empedernido, siempre (repito SIEMPRE) en las reuniones, manejando su camioneta, escuchando música, enseñándome a estacionar un auto, hablándome de sus viajes, lo he visto con una cajetilla en el bolsillo de su camisa y un cigarro entre dedos. Con los bigotes un poco marrones de tanto tabaco y los dientes medio amarillentos.

Era indispensable, ya instalado en la universidad, llegar a la facultad con un cigarro entre los dedos. Muchas veces, cuando tenía clases muy temprano, iba al cafetín y tomaba un café… desde ese momento la combinación de café mas tabaco se volvió la más completa y agradable de todas.
No solo fui (soy) un fumador, también inculqué el arte a mis amigos, amigos que nunca habían probado lo bien que se sentía caminar con un cilíndrico entre los dedos, llevárselo a la boca y sentir fluir el humo. Jorge fue una de las víctimas de este (no sé si mal o buen) hábito. Cuando salíamos con Melissa a caminar, Melissa y yo fumábamos cuando conversábamos y Jorge siempre nos miraba un tanto angustiado por la escena que presenciaba. Hasta que un día decidió hacerlo. Y ahora cada vez que nos reunimos a jugar poker, a celebrar una fiesta o solamente conversar… abre una cajetilla… saca un cigarro… coge el encendedor… y fuma.
Pero no solo él fue víctima de este vicio, varios nombres cruzan por mi cabeza cuando empiezo a redactar esta parte. Adriano, Anderson, Diego, Victor, Omar… el mismo Omar Utrilla Ramírez que era la excelencia en las clases de Realidad Nacional. Cuando salíamos a sentarnos al cafetín y debatir algún tema aprendido, me veía sacando un cigarrillo y él un poco ansioso me pedía uno y conversaba con más tranquilidad.

Otro caso aparte de los fumadores que conocí fue Christiam. A Christiam lo conocí cuando ya estaba en el segundo ciclo de la universidad, cuando ya la idea de estudiar literatura iba tomando forma y cuando había dejado los Winston de lado para reemplazarlos por los imponentes Lucky Strike. Todas nuestras conversaciones, mis ensayos con mi segunda banda de rock, mis partidos de poker en un salón de la universidad… todo fue acompañado de Christiam y sus infaltables Lucky Strike. Recuerdo que Christiam era un fiel consumista de esa marca, tanto que un día vi que colgaba un medallón en su cuello y le pedí que me lo mostrara, cuando leí lo que decía solo atine a reírme… decía “LUCKY STRIKE”.

Un día saliendo de la biblioteca, después de estudiar, me encontré con Susana y me vio fumando.
-Deberías de dejar de fumar- me dijo un tanto preocupada- te puede hacer mal.
Pero en realidad nunca me había preocupado por eso. Mis partidos de tennis seguían siendo buenos y reñidos, cuando jugaba futbol también… no sentía agitación rápida como ella me lo había descrito, por el contrario, siempre que jugaba futbol, o salía a correr me sentía mejor.
Pero ahí empezó mi preocupación. Para esas épocas Rosa también me hizo prometer que dejaría de fumar drásticamente o por lo menos que reduzca mi dosis de tabaco y sobre todo que no fume en frente de ella. A pesar de que rompí esa promesa dos veces, deje de fumar dos meses y medio, los cuales no fueron tan difíciles ya que salía con Rosa muy seguido y casi no pensaba en fumar.
Despues de esos dos meses y medio, cuando volví a coger un cigarro de los de Christiam, me dio un poco de nauseas, así que decidí cambiar de marca, una marca más suave. Fue así como conocí a los no tan milagrosos Kent cuyo sabor nunca me terminaron de convencer. Eran muy suaves, era como tragar aire puro y no sentía el sabor exacto del tabaco ya que a veces se confundía con los diferentes aromas regados por el ambiente.

Si Susana me dijo que el tabaquismo me llevaría a tener problemas, pues fue cierto. Un día saliendo de la facultad, prendí un cigarro y entonces vi una llama que no se apagaba, cuando miré lo que estaba haciendo, había prendido el cigarro por el lado equivocado. También me quemé, mas de una vez, las cejas, las pestañas e incluso un poco de cabello. Pero el problema más grande fue en una fiesta cuando me agache a recoger mi encendedor y Jazmín me quemó la frente con su cigarro ardiendo.

Decepcionado de los Kent, que no solo eran feos, sino que también me costaban los mismo que me costaba un paquete de Lucky Strike y pagar los mismo por algo peor no valía la pena. Así que tuve que volver al régimen de los Lucky Strike.

Obviamente he probado otras marcas que son buenas, pero de alguna manera no llegan a mi hábito todavía y que tal vez esperan ser elegidas entre la multitud. Marlboro con sabor a Ribeyro, Premier, Inca que los fumé en la soledad cuando salí a trabajar, El Che (con Carlos en el malecón), Romeo y Julieta que me regalo Silvia y me saben a rosas, Capri (siempre tan femenino), loa grotescos Camel, etc. Solo por nombrar algunas marcas.

Este recuerdo ha vuelto a mi cabeza no solo porque volví a ver aquella imagen de aquel personaje tan inspirador, sino que hace una semana desperté y me dolía el pecho y sentía un ligero cosquilleo al respirar. He tratado de convencerme de que es producto de este invierno tan crudo pero la mayoría de amigos me dicen que es poco probable.
Al fin y al cabo, fumar siempre me ha traído buenas y malas pasadas. Millares de cigarrillos han sido testigos de toma de decisiones fundamentales, han sido espectadores de conversaciones interminables y también han leído textos como este… ya que siempre que me han acompañado y nunca me han defraudado. Y como dice Melissa “¿Qué sería de la vida sin un cigarro?”.

abril 18, 2009

Perdidos entre la gente

Perdidos entre la gente
y embriagados de locura
rocé tus labios sin pensarlo tantas veces
y ahí empezó mi tortura.

No hubo tiempo que se detuvo,
las cosas seguían iguales.
Ningún loco se entretuvo
con nuestras pasiones carnales.

Luego todo volvió a la normalidad,
nada fue diferente...
yo buscando tu mano en la oscuridad
tu jugando a ser la indiferente...

abril 11, 2009

Saca tu tus propias conclusiones


Con el pasar de los años
nos hicimos mas que amigos,
también nos haciamos daño
tanto tu a mi, como yo contigo.

Pasamos lunas en el parque
deteriorados entre drogas y palabras.
El sol salia tarde,
tu decias -te amo- yo decia nada

Que no me engañe mi memoria-
Entre marihuana, alcohol y explosiones,
esta noche salgo a repetir nuestra historia
saca tu tus propias conclusiones.

marzo 21, 2009

Feliz Año Nuevo

[A Christiam, que él mejor que nadie sabe que "el mundo sin arte es inhumano" ]

-No, aún no sé si voy a salir- ya deja de joder que quiero dormir ¿Todas las hermana son así?, ¿O la mía es un caso especial? ¡Carajo! ya no puedo dormir, ya me malogro el sueño, mejor voy a la cocina y busco algo de comer.
Espero que Christiam tenga un buen plan para esta noche porque sinceramente el tono que organiza la enamorada de Carlos no me convence. También he pensado quedarme en casa, puedo escribir, en mi blog, lo mal que pasaría este año nuevo (que también espero que traiga algo nuevo). Pero definitivamente un par de cervezas y con amigos – o por defecto, amigas-no estaría nada mal. Bueno, eso ya lo veré luego.
-¿Por qué te levantas tan tarde?- esto no tiene remedio, tiene que ser herencia familiar ¿O acaso todas las mujeres molestan los 31 de diciembre?
-Mamá, hoy no tengo ganas de pelear- solo son las once de la mañana ¿Para qué más temprano? Así que lo siento viejita, pero estas hamburguesas se ven buenazas y mejor me voy apurando que mi programa ya va a empezar.
¿Y ahora qué quiere Andrés? ¿Acaso no es suficiente con decirle que NO quiero pasar el año nuevo con él? Debería comprarse un poco de dignidad en la tienda del suicidio… ¡APURATE! (imbécil) que mi programa no termina.


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Parece que tengo que hacerle caso a mi mamá, de ahí se amarga y no me deja salir.
-LUUUIIIIISSS… ¡TE LLAMAAAN!- ¿Por qué grita?, ¿Quién me llama? Si es Andrés lo mando a rodar por no tener orgullo.
Si Paul soy yo. No, no sé que voy a hacer, ¿No la vas a pasar con tu flaca? ¿No que la querías mucho? (no me vengas con que vamos a ahogar las penas, no quiero aguantar lagrimas). ¿San Bartolo? , ¡Recién me avisas! No, no creo que me den permiso (ya puedes colgar). No Paul, no creo que me den permiso (ya puedes colgar). No Paul, no creo que me den permiso, me has avisado muy tarde (ya puedes colgar). Bueno Paul, me llamas mas tarde (te cagaste porque ahora yo cuelgo).
Vaya, parece que los planes entran muy tarde, será mejor que me conecte a ver si la gente tiene algún plan por ahí ¿Por qué mi vida se vuelve cada día más aburrida? A lo mejor ya me llego la vejes prematura, los pocos amigos que tengo se acuerdan de vez en cuando de que un tal “chino” existe. Debería llamarlos y animarlos para algún plan en la noche, no sé, tomar en la barra, morir en algún parque, una de esas reuniones en la casa del “gordo” o tal vez andar tirados en una esquina tomando y conversando de algo.


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Sabía que se me ocurriría alguna buena idea. Christiam está dispuesto a hacer lo que quiera por año nuevo, Andrea tiene un par de tonos por ahí y yo tengo otro par por ahí, entonces se me ocurrió juntar todas esas puerta abiertas a la perdición armando una suerte de TOUR “año nuevo 2009” paseándonos de tono en tono y que las doce nos agarre en cualquier fiesta donde caigamos.
Nada puede salir mal
¿Y esta carta de donde salió?, hace tiempo que no revisaba este cajón… estas son todas las cartas que ella me escribió.
Fui un idiota.


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7:39 p.m. No entiendo por qué la dejé ir, si todo parecía ir bien. Debí pensar un poco más en ella, mi egoísmo nunca me va a dejar vivir en paz, sin embargo ella parecía entenderme demasiado, me miraba con toda la ternura del mundo y me besaba. No luché por ella ni un segundo, dejé que todo se vaya, tal vez es así como tomo mi vida… a la deriva de la suerte.
Ya basta de tonteras, no puedes arruinar tu noche, Christiam llegara en un par de horas, mejor me sigo cambiando y esperar que empiece todo para olvidar este año que solo trajo constantes desencuentros conmigo mismo.


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Instalados en una esquina y tirados en la acera, empezamos con las llamadas para ver qué cosas podemos comprar para la jarana; whisky, ron, pisco… ¿cerveza?... o nuestra basta y muy cómoda presencia.
Parece que Christiam está más emocionado, gasta saldo como loco y yo me resigno a seguir fumando en el pavimento.
-¡Listo!, vamos yendo a la casa de tu amiga- Tranquilo pelucón, que la noche puede ser peor de lo que promete.
Ahí estamos, dos locos fumando y perdiéndonos por las calles, riendo, hablando. Mirando la noche y llamando a Andrés para decirle que no me joda más.
¿Por qué no pasa ningún taxi? Seguro todos están celebrando… claro si son las 10:30 todo el mundo están chupando champagne o vino y nosotros sufrimos buscando algún amable taxi.
-¿Cómo vamos a caminar?...- Este pelucón cada día esta mas rayado – pero un par de cuadras noma.


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Ese taxista ya nos había aburrido con su cátedra de cómo manejar en año nuevo, suerte que ya estamos llegando a la casa de Violeta… espero que todo salga bien.


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¡Vaya! este vaso de ron, vodka y gaseosa estuvo demasiado fuerte, pero por suerte voy ganando en Black Jack (lástima que no estamos apostando nada).
Parece que los planes en esta reunión murieron muy rápido. Violeta ha cancelado todo y nos habla de una fiesta frente al San Silvestre.
-Violeta, te cuento un chiste- Digo un poco mareado de tanto ron y/o vodka.
No les cuesta nada reírse… ¿Por qué seré tan malo contando chistes? Mejor vemos la hora.
Todavía falta mucho para año nuevo, ahora que ya llego Carlos me acabo de acordar del anterior año nuevo, lleno de sorpresas, risas…besos.
-¡YA SON LAS DOCEE!- Grita la mamá de Violeta. Tranquila señora, estoy muy ocupado en una partida de Black Jack… ¡Qué asco sabe este champagne! Y ahora todos quieren abrazarse MALDITA SEA.
Violeta me dijo que tenía que convencer a su enamorado de ir a esa fiesta ¿Cómo convencerlo si ni a mí me da la gana de ir? Pero igual empieza mi fluidez verbal (con un poco de alcohol en la cabeza) y le pinto estrellas a Carlos.
-Violeta, yo ahorita voy con mi pata- Así que dame ese ron y la Coca-cola que queremos chupar como verdaderos hombres.
¿Por qué me mira así? No es mi problema que todos le hayan tirado arroz a su tono, aparte Andrea nos llama… esa fiesta si parece buena, con la voz que nos dijo: “No pierdan tiempo en venir” Parecía que esa fiesta estaba realmente brava.


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-¿Nos sentamos ahí?
-¡Claro!- Claro pelucón contigo donde sea.
Sirve bien que no quiero terminar mal, Andrea nos dijo a las 2 y ya es la 1 y tantos ¿Qué hora es? Ahora empieza (de nuevo) a gastar su saldo llamando a quien sea, ¿Será que ya esta borracho? Parece porque esta rojo y habla fuerte y riéndose de cualquier cosa.
-Si ya llamamos a todos- No te obsesiones mucho ¿A quién más vas a llamar?
Bueno loquito toma noma porque yo solito no me voy a seguir bajando ese ron.
-Llamemos a Silvia…- El está loco.



enero 05, 2009

Entre el fracaso y la nostalgia

He salido de mi examen, me ha ido mal, no pienso en lo que vendrá y busco a alguien conocido en la multitud dispersa en la universidad. Adriano está caminando, me acerco a él y me doy cuenta que él está peor o igual que yo, hablamos y nos reímos.
Ahí estamos Adriano y yo, dos triqueros en potencia, enmascarando las penas con risas taimadas, engañando a todo aquel que está dispuesto a pasar por nuestro costado. Alardeamos de nuestro fracaso, buscamos gente que se una al club, pero es inevitable pensar en la desgracia.
-Ya pues, ya paso loco – Adriano trata de apaciguar el ambiente.
Sigo caminado sin rumbo (¿alguna vez tuve un rumbo fijo?), busco una coca-cola, pago, me voy a tomarla tranquilo, tratando de pasar el trago amargo el cual estoy viviendo (y no es haber jalado por tercera vez matemática ¡NADA QUE VER!) si tan solo pudiera decir lo que siento y no sonreír por sonreír.
El entorno está rodeado de sonrisas y penas, ya estoy cansado de soportar la multitud de diferentes emociones que me rodea, si volteo a la derecha un pata putamadrea su vida por jalar, si miro a mis izquierda una flaca salta de la alegría por haber aprobado, que deprimente es este lugar, es mejor buscar a alguien con quien desahogarme.
Por suerte me acaba de llamar Christiam, por ahora mi único refugio, una suerte de psicólogo de la calle, un psicólogo empírico. Le podré contar todo este rollo que no me deja dormir, que no me deja pensar, que no me deja ser quien yo quiero ser.
En el camino pienso en lo que quiero de esta vida, pienso en que me duele no poder ser lo que quiero, es estar en una cárcel donde eres incapaz de salir. Pero bueno, el viento (como siempre) cumple su rol de golpear con furia mi rostro.
He pensado muchas veces en ser sincero con papá y decirle que esta inversión no tiene sentido, que cuando me habla de la crisis económica del mundo no entiendo ni una palabra (la única crisis que conozco es la de mi vida) pero si le digo todo esto sería para matarlo de un infarto… ¿Cuándo tendré los huevos para decírselo?
Esto es todo, mejor voy donde Christiam ya es suficiente filosofía para esta cabeza de mierda.
-¿Quieres uno?- hoy no quería fumar, pero las circunstancias se dan y no voy a huir de esto, fumaré porque prefiero matarme de a poquitos con este placer a que matarme pensando en mi vida (que esto sí que no es un placer).
¿Por qué Christiam me habla de eso? Yo sabía que también tenía problemas, pero no cuáles, solo que los ocultaba bien, pero a mí no me engañaba, yo sabía muy bien que, al igual que yo, solo vivía ocultando lo que siente.
No pensé en verlo así a Christiam, suerte que nos olvidamos del asunto y nos volamos dos cajetillas mientras yo ponía música para apaciguar el ambiente ¿Llegaré tarde a mi casa?
Es mejor tomar rumbo a casa, la verdad es que si llego tarde y con este olor a nicotina mi papá me va a matar, mejor apuro el paso y trato de llegar rápido.
¿Por qué tengo este aire a melancolía, a perdedor, a fracaso? Bueno, pues no lo sé. He pensado seriamente en todo lo que me pasa y mi conclusión es que debo de ahogarme entre alcohol ¿funcionará? Espero que si. Bueno ahí viene el carro, lo tendré que tomar, me sentiría más motivado a subirlo si me llevara a cualquier otro lugar menos a casa.
-¿Esquina baja?- me pregunta el cobrador.
-(No huevón subo) si, esquina baja- algún día de estos lo mando a la mierda ¿Qué acaso son sordos?
Ese es mi barrio, un tanto silencioso, vacios, frívolo. Si no fuera porque es un lugar estratégico con el movimiento de la ciudad y mis “amistades”, le diría a mis padres para salir de esta letrina de una vez por todas.
Amo mi cuarto, a decir verdad es lo único bueno de mi casa. Mi reducida biblioteca, el mini-componente, la guitarra, la computadora, las tonteras que escribo, mi cama… son cosas con las que podría ser feliz.
Papá no ha llegado, es motivador que no este acá, pero presiento que el pensar como pienso es una bomba de tiempo que va a estallar en el peor momento. Seria sano que estudie para mañana, pero no quiero sabes nada de contabilidad, tan solo quedan contar el tiempo que me queda para morir con la noticia que le daré a mi viejo.
Mejor duermo, tal vez llegue mi papá y me encuentre así, dormido… como siempre.
[Escrito el 9 de diciembre del 2008]