mayo 24, 2012

Alegrías, nunca más


6

Cuando por fin terminó la última mudanza de mi vidajunto a mi familia, Romina llegó a mi nueva casa a saludar y celebrar que desde ese momento, en adelante, seriamos vecinos y una dupla inseparable. Y así fue, todo el tiempo que estaba en el barrio, lo pasaba junto a Romina. En las noches salíamos a caminar mientras conversábamos y, por lo general, siempre la invitaba a casa a ver una película.
Fue junto a ella que creció desorbitadamente mi adicción al cine. Me convertí en un cinéfilo y Romina supo motivar todo eso a tal punto que empecé a escribir artículos de cine en la revista de la universidad. Mensualmente consumía una interminable cantidad de películas e iba descartando o eligiendo posibles títulos que me sorprendían. Al final escogía uno presentable y redactaba una breve sinopsis, unos comentarios e ideas inteligentes que podían motivar al lector a ver dicha película.
Eso significaba que Romina acompañara toda mi travesía cine-literaria. Era a ella a quien le consultaba las películas, le mostraba, antes de enviar lo artículos, mis avances y era con ella con quien esperaba todos los primeros miércoles de cada mes para encontrar en los suplementos de un diario, la revista universitaria donde había escrito.
El que me mudara cerca a la casa de Romina, coincidía con el inicio de mi relación con Mónica. Por eso, frente a Mónica, oculté mi acercamiento hacia Romina, pues cualquier ataque de celos podría terminar en una tragedia. Sin embargo, Romina siempre respetó mi relación con Mónica, a pesar de que muchas veces yo terminaba amargo, molesto o decepcionado por cualquier problema que tenía con Mónica y llegaba a nuestras tertulias comportándome como un completo idiota, Romina nunca me reprochó nada, por elcontrario, era yo quien al final pedía perdón por mi mala actitud.
Romina también tenía enamorado, supongo que no era celoso o supongo que nunca supo de mi existencia. Lo cierto es que yo jamás me entere si él le hizo algún escándalo sobre nuestra amistad tan cercana.
¿En qué momento terminó la amistad? ¿Cuál fue el preciso momento en que ambos nos empezamos a ver diferente? ¿Cómo así volvió a aparecer aquel amor, aquella ilusión que de niños había surgido y ahora nos volvía a atacar? Pues fue silencioso, furtivo y en algún momento los abrazos, las palabras, las miradas tomaban otra forma.
Fue en mi cumpleaños, mamá se encontraba de viaje, la noche anterior había estado con unos amigos y Mónica en una discoteca. Pero esa noche Romina fue a mi casa con un libro, un libro que había estado codiciando por mucho tiempo. Me lo regaló y luego fuimos a mi habitación donde conversamos con Jorge, mi fiel amigo y Nicolás, mi primo.
En realidad nunca disfruté de celebrar mi cumpleaños, no entendía como existen personas que aman hacer una fiesta interminable, atendiendo a todo el mundo, limpiando los vómitos y al día siguiente ordenar la catástrofe. Es por eso que siempre he preferido asistir a las fiestas y, por definición, nunca hacer una. Prefería el pequeño espacio entre los que quería y yo.
Romina se encargó de montar una pequeña fiesta para mí. Mi hermana me pidió que vaya a la casa de una tía a hacerle un favor. Pero lo que yo no sospechaba era que ellas y ellos se encargaron de llamar a algunos amigos, comprar un pastel de cumpleaños, algunas cervezas de mis favoritas y para cuando ya estaba de regreso, me dieron la sorpresa.
Volví a encontrarme con amigos que no veía hacía mucho tiempo y todos nos divertimos.
Al final de la noche, Romina me ayudaba a ordenar y limpiar las cosas, riéndose de mí y tomando, conmigo, unas cervezas. Fuimos a la sala, prendimos la televisión y buscamos algo entretenido. Fue cuando Romina me entregó una carta donde me confesaba todo, decía que se estaba enamorando y que esperaba, a pesar de la confesión, que la relación entre los dos no terminara. A lo largo de toda nuestra amistad, después de muchos años, a pesar de que ambos teníamos enamorados, nos dimos el primer beso. En el momento en que iba sucediendo, me iba quitando un peso de encima, un peso que cargaba durante tanto tiempo. Ambos nos encargamos de ocultar nuestros amoríos, nos encargamos de volvernos amantes.
Jorge, una noche, mientras le actualizaba los sucesos con Romina, me sorprendió diciéndome algo en lo que realmente no habíapensado.
-Así que sientes que la quieres ¿No?- Me dijo.
-Sí, no la amo, pero sí, definitivamente la quiero.
-Pero amas a Mónica ¿Cierto?
-¡Claro! Es mi enamorada.
-¿No es la historia la que te está atrapando?- Me dijo y hubo un largo silencio.
-No entiendo, explícate.
-¿No se te hace raro que a tu enamorada la ames contra viento y marea, a pesar de que dramatiza todo y etcétera, y estés enredándote con Romina, que es la chica con la que te vuelves a ver después de tantos años? No estás enamorado de Romina, solo de la historia, quieres pagar la factura después de que se te pasó la fiesta. Y ahora sientes que tienes una oportunidad de nuevo y solo estás terminando la historia inconclusa que siempre tuviste con ella.
-Trato de entenderte, pero siento que estás equivocado.
-Vamos con calma ¿Estarías dispuesto a terminar con tu enamorada por Romina?
-No, no lo creo.
-¿Crees que Romina terminaría su larga relación de tantos años con Fernandito, por ti?
-No lo creo.
-Ahí esta pues, solo están enamorándose del pasado, de los recuerdos que tienen de niños, pero ambos saben que ya tienen un presente sentimental hecho y ninguno va a cambiarlos, solo van a ajustar cuentas, van a cerrar la historia pendiente.
-Veo que eres todo un sabio.- Dije realmente convencido, sonaba como la pura verdad.
-Bueno, aparte, tú me has dicho que la mamá de Romina no te cae, y que es una puta que le saca la vuelta a su marido y que Romina sabe bien eso y que, incluso, se presta para cubrir las pendejadas de su mamá ¿O me equivoco?
-Eso es cierto.
-Entonces no me vas a venir con el cuento de que te has enamorado de tremenda mentirosa. Si le pone los cuernos a Fernando contigo, al igual que su mamá lo hace con su esposo ¿No crees que no es una mujer con la que realmente estarías?
Y Jorge no se equivocaba, las primeras cosas de las que me enteré acerca de la familia de Romina, era que su mamá tenía un amante. Pero no fue por tonteras, al parecer, el padre de Romina, cometió un desliz con una secretaria de su trabajo o quizá solo una mujer cualquiera ¿Quién sabe? Lo cierto es que nunca supo ocultar su amor furtivo y la mamá de Romina terminó enterándose. Todas las personas que me lo contaban (algunas con más detalles que las otras) coincidían en lo mismo, la señora no aguantó y buscó venganza. Cegada por sus intenciones, se olvidaba de ser madre y prefirió al amante. Casi todas las noches la encontraba bien vestida en la puerta de su casa, esperando que una camioneta se estacione cerca de ella y se la lleve.
“Pobre Rominita” escuchaba decir a las señoras que llegaban con los chismes a la casa, pero casi nadie sabía la verdad. Romina ocultaba y actuaba con camaradería frente a la venganza de su mamá. No por eso resultaba raro que un año nuevo Romina, su mamá y el amante lo pasaran en una casa de verano en Trujillo. Yo vi las fotos y con lo que me contaban todo coincidía. Los hermanos de Romina y su padre pasaron aquel año nuevo, solos.
Tampoco se me hizo raro que la madre de Romina prolongara su amorío con este tipo, puesto que cuando ya vivía cerca a su casa, una vez estuve en un café con un primo celebrando su llegada a Lima, y vi a la señora, de la mano con otro tipo. Obviamente no me acerqué, no quería generar ningún escándalo con Romina, quien en ese momento también era mi amante.
También era obvio notar que la familia de Romina no tenía cierta solvencia económica. Eso a mí no me importaba, pero a Romina, que tenía esa feroz desesperación de salir de esa casa en la cual nadie había entrado, de esa casa que era la oveja negra en el barrio de edificios y departamentos modernos, que dejó la universidad para apoyar con los gastos de su familia, realmente le importaba y obviamente fue por ese motivo que prefería que su mamá se relacionara con este hombre misterioso de baja estatura que tenía dicha camioneta. El tiro le salió por la culata cuando el padre de Romina fue ascendido de una manera magistral, pues fue en cuestión de meses que ocupo un cargo más importante, y su sueldo se volvió proporcional a su cargo en la empresa. Cuando Romina y su madre percibieron esto, ya era muy tarde. Su papá no iba a darles ni un centavo, no iba a apoyarla con la universidad y no iba avestir ni a subir a su nuevo auto a una mujer infiel y a una hija cruelmente arribista y ambiciosa. Por eso, este hombre de nueva categoría social, se encargó de excluirla a su mujer de su nuevo entorno, contándole a todo sucírculo social las porquerías que cometía de noche con un hombre que, ahora, ya no le presentaba ningún problema. Se empezó a jactar de la cantidad de mujeres que ahora lo perseguían y la madre de Romina y Romina empezaron a caminar con la cabeza abajo.
Pero, a pesar del sabio consejo de Jorge, que me detuviera y olvide aquella historia que me tenía atrapado. Seguí viendo a Romina a escondidas.
A pesar de que salíamos hasta la hora que deseáramos,nunca nos habíamos acostado. Nuestras salidas quedaban en solo besos y un ambiente de amor, de ternura, como si volviéramos a tener once años.

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