abril 17, 2010

Las canciones de papá

Recuerdo que viajaba mucho con mi familia, hace mucho tiempo. Por el trabajo de mi papá, aprendimos a vivir moviéndonos de una ciudad a otra. Siempre conociendo a personas nuevas, viendo nuevas culturas y siendo cada vez mas unidos.

En cada viaje, mi papá compraba cassettes de algunos personajes que, por la portada, para mí no eran más que viejitos que cantaban canciones para otros viejitos.

Yo siempre me acomodaba en el asiento del copiloto, mi papá al volante y mi hermana junto a mi mama se sentaban en la parte posterior. A noventa kilómetros por hora, mirando los paisajes, las ciudades, los pequeños pueblos y el sol ocultarse aprendí a conversar conmigo mismo, a memorizar los sonidos y la voz de aquellos cantantes que escucho al escribir estas líneas.

Mi padre siempre me decía que prestara atención a esas canciones, pero por alguna razón me desconcentraba y seguía en lo mío. Preguntarme por qué viajábamos mucho, por qué no nos quedábamos tranquilos en un lugar y echarnos a crecer como cualquier familia. Pero por el contrario, cada vez viajábamos más y dejaba muchos amigos en cada lugar.

Quizá por eso tomo ciertas actitudes en mi vida que demuestras mis repetitivos cambios. El no demostrar mi estabilidad… siempre furtivo y versátil.

Entre muchos personajes había un cassette azul de un tal Alberto Cortez que papá escuchaba cada vez que íbamos a visitar al abuelo, cuando mi papá tomaba vacaciones y nos escapábamos lejos de casa.

Con papá nunca tuve una conversación seria sobre algún tema. La religión, sexo o la madurez. Siempre fue un hombre distante, misterioso para mí. Mis recuerdos con mi papá solo son en ese auto plomo cuando viajábamos y cada tanto, cuando le pedía que bajáramos a ver algo que me entretuvo, me miraba con mucha ternura, como quizá lo hacia mi abuelo con él.

Han pasado muchos años y me he topado con las mismas canciones que papá me hizo escuchar cuando era muy chico. Cuando viajábamos y los silencios eran eternos, distantes y hasta cierto punto egoístas. Yo miraba por la ventana sin entender una sola canción y él sonreía con cada canción, mirando el horizonte y la ruta. Hoy me doy cuenta que en esas canciones mi padre está ahí, presente, queriéndome decir algo. Aunque nunca se atrevió a hablarme sobre temas que yo tuve que descubrir con otros golpes y vergüenzas.

Cada canción era un mensaje que él quería decirme, cada palabra que nunca se le ocurrió lanzarla y dejarla sellada en mi memoria. Cada canción era una moraleja para que pueda aprender más de lo que él pensaba sobre mí, sobre la vida e incluso de él mismo.

Y ahora, en este momento. No veo la imagen donde sale mi papa tomándome de la mano y yo, aun con esa inocencia, mirar hacia arriba, porque para mí era muy alto, y ver toda esa ternura con la que mi papa me miraba. La imagen que yo veo es la de mi abuelo abrazando a mi papa, diciéndole que lo quiere y mirándolo de la misma forma con la que mi papa me veía a mí. Cuando era su “campeón”.

Mi papá solo quiso ser un buen padre. Como lo fue mi abuelo con él.

3 comentarios:

norman dijo...

todos tenemos vidas diferentes vivmos cosas diferentes , mi papa queria que sea como el un don juan, un cazanova, pero yo me sentia muy diferente a el.. era por eso que nunca pensabamos igual y no teniamos un tema en comun.
hermano nunca dejes de escribir ni yo tampoco lo voy a hacer . la vida es para vivirla apasionadamente hasta el ultimo segundo. es por eso que escribimos .

Anónimo dijo...

no dejes de escribir... "campeón"

Anónimo dijo...

Te pido perdón por no haber leido tu blogger, sigue escribiendo