marzo 03, 2010

Gajes del oficio

Escribo solo, en mi esquina, frente a la pantalla sin hacer bulla, sin molestar a nadie. La única luz que esta prendida, en esta casa, es la de mi cuarto… pasan los minutos, los segundos y yo sigo escribiendo.
Escribo porque me aburro de leer mucho, porque tal vez me inspiro un poco o porque es lo único que sé hacer en esta vida.
Escribo porque todo el mundo sabe que la ficción es la corrección de esta realidad que solo te da desencuentros y te cansa de lo mismo, porque después de hacerlo te sientes bien y vuelves a hacer las mismas perradas de siempre.
No escribo por venganza, aunque lo he pensado mucho y lo pienso hacer. Pero lamentablemente no soy vengativo, no guardo rencor… pero tengo molestia por ciertas personas. No escribo porque soy un sabio, un maestro de la literatura o porque Jorge escriba mejor que yo. Escribo porque es bueno conversar conmigo mismo, porque me engrío solo y porque en vez de mentir, solo dices una verdad a medias y al revés.
Escribo para gritar alguna protesta, para desahogarme. Y muchas veces escribo porque me emborracho demasiado y ¿Quién no sabe que se escribe mejor en ese estado?
Escribo una vez cada dos semanas, pocas veces lo publico en mi blog. Escribo desde una tontera que me paso algún día cualquiera, hasta las noches descontroladas de algunos domingos en la madrugada dentro de un taxi.
No me arrepiento de lo que escribo, porque me siento más cerca a mí, cerca de mis pensamientos, de mis ideas, de mi forma de ver la vida y lo que opino de ella. También me rio de lo mal que escribo algunas veces, de las pocas palabras “cultas” que sé. Y aparte… ¿Quién carajos me entendería si escribiera con pura palabra compleja?
Escribo, sobre todo, porque me apasiono rápidamente, porque algunas personas sienten admiración por este discreto (supuesto) talento que los dioses paganos me dieron. Escribo porque hablando la cago completamente, porque escribiendo tengo más tiempo de pensar cada palabra.
Nunca he escrito comprometiendo a otras personas, nunca he escrito para hacer añicos a alguien… pero lo he intentado y me he arrepentido. Escribo para distraer mi locura, para engañar mis problemas y esquivar las cosas de serio rigor.
Escribo porque ya estoy manchado, deje la ternura a un lado, deje la inocencia de escribir hace mucho. Y ahora (diría un amigo) escribo mis porquerías.
Escribo porque me siento un dios sobre un papel, porque puedo hacer daño cuando alguien se siente identificado con lo que escribo. Escribo de noche, escribo hasta ver la madrugada, hasta sentir los ojos pesados, el cansancio en la cabeza y la risa de haber creado un todo, en la nada.
Escribo porque tengo mucha libertad, no le doy explicaciones a nadie de lo que hago y mejor aun “no le rindo cuentas a nadie”. Escribo porque me gusta contar. Porque alguien se fue y me dejo con las ganas de seguir contado cosas a la gente.
Escribo porque el tiempo nunca se acaba, porque todo pasa a un ritmo de letargo, entonces busco finales alternativos y los exagero, les quito escenas, les agrego más personajes y algunos otros los omito. Escribo después de unos cuantos cigarrillos en el parque, después de pensar cada instante de lo ocurrido.
También escribo para no olvidarme de las cosas buenas, porque tengo mala memoria y el olvido hace trampa para llevarse mis recuerdos a su baúl. Escribo en cualquier lugar, incluso en el baño.
No escribo las cosas que el profesor diga que copiemos, creo que la tinta se gasta innecesariamente, prefiero escribir cosas de mi propio interés, cosas que me hagan reír, llorar, ponerme triste o melancólico…
“Escribo solo para matar las tardes,
por no ponerme a deshacer maletas,
por no arrastrarme por las estaciones.”
Diría Joaquín Sabina.
Escribo porque de esa manera te fijaste en mí, porque de esa manera recuerdas que aún estoy aquí, dispuesto a todo por ti. Escribo porque sé muy bien que me miras, que me sonríes desde lejos, porque me miras con dulzura y coquetería. Escribo porque todavía mueres por besarme.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Hoy y desde hace mucho tiempo no sé muy bien qué decir.
No sé cómo expresarme como decir que estoy mal.
Tal vez ya no recuerdes muy bien el color de mis ojos.
Yo recuerdo tu mirada y el cigarro en tus labios :)
Hoy di examen y en la noche, se jodera o se arreglara todo. Mamá está un poco enferma y si no ingreso tendré que trabajar.
Cuando leo lo que escribes siento una catarsis infinita, un yo tambien pienso lo mismo.


Creo que es hasta redundante decirte quién soy. De anónimo no tengo nada.


El acto de escribir nunca fue mejor descrito.


Alejandra: la que despediste una tarde de agosto en la av. Arequipa.

Anónimo dijo...

ojala fueras como tu literatura, ella es legítima, mas tú eres disforzado...

lo que me gusta de ella es que no se deja atrapar... pero es muy audaz para atrapar a otros

Anónimo dijo...

no dejes de escribir

John Mendoza dijo...

solo me queda decirte que admiro lo que escribes, y nunca dejes de escribir yo tambien escribo, pero poesia de momento, poesia para el alma viejo amigo...
cuidate




john...

Bela dijo...

Interezante!