agosto 15, 2009

Andrés

La mañana cruza la habitación de Andrés. El frio limeño se apodera de su cuerpo. “¡Qué frio, carajo!” piensa. El sonido de su celular vibra en sus oídos y abre sus ojos hostigado por la bulla. No duda y rechaza la llamada. “¡Son las nueve de la mañana, que no joda!” grita. El sonido del celular vuelve a molestarlo.
-¿Aló?-dice un poco molesto.
-¡Andrés! Perdón, ¿Estas durmiendo?
-No, estoy hablando contigo- “Pobre imbécil” piensa.
-En un par de horas voy a tu casa, tengo mucho que contarte.
Termina de hablar con Rodrigo y trata de dormir, pero es imposible.
Prende la televisión. No se siente contento consigo mismo. Va saltando de un canal a otro sin mirar la televisión, pensando en otra cosa. “¡Este país es una mierda!” prende un cigarro y se deja caer desparramado en su cama.
Va al baño, no hay nadie en la casa. Moja su rostro, se mira al espejo y prefiere no afeitarse. El frio invade poco a poco el baño y Andrés empieza a temblar. Cruza el pasadizo y va a su habitación, prende el mini-componente, mira su pequeña biblioteca que logró hacerla crecer con tanto esmero y empieza a ordenar su cuarto.
Al mediodía el timbre suena, es Rodrigo. Andrés lo hace pasar. Rodrigo mira a Andrés en bóxer y se ríe.
-Cámbiate rápido, vamos por unas chelitas- le dice.
Andrés coge los primeros jeans que ve y se los pone. Termina de vestirse y va donde Rodrigo.
-Vamos rápido, no tengo mucho tiempo- le dice Rodrigo.
Cruzan la avenida, fumando, la calle vacía y la neblina no deja ver el final de la calle. Dan la vuelta por el parque y ya logran ver la universidad. Entran a ese pequeño bar y piden unas cervezas heladas. Andrés prende un cigarrillo.
-Fumas mucho por lo visto- le dice Rodrigo.
-No.
Rodrigo habla, se vuelve muy locuaz cuando habla de su enamorada. Andrés lo mira, le sonríe y da una pitada larga que hace que pase por su garganta junto con un poco de cerveza. No lo escucha, mira la calle solitaria, los arboles tristes. “¿Se dará cuenta de que no le presto atención?” piensa y vuelve a mirarlo a los ojos.
Después de dos rondas Rodrigo tiene que irse. Se levantan de la barra, apagan las últimas colillas, Rodrigo insiste en pagar, pone el dinero en la mesa y salen a enfrentarse contra el frio violento de lima.
Se despiden en la avenida y Andrés toma rumbo a casa. Mira su reloj y son las cuatro de la tarde. “todavía tengo tiempo” piensa.
Llega a su casa, mira la nota que su mamá le ha dejado y va a su cuarto. Prende la televisión, mira una película y piensa en ella.
Las tres de la tarde en el reloj coge sus llaves y sale. Pasa por la tienda, compra una cajetilla, lee Marlboro en la etiqueta, paga y se va fumando mientras espera el bus.
En el camino va escuchando música, mirando las calles de ese invierno tan crudo y húmedo, la ciudad se llena de nostalgia y los recuerdos van y vienen por la mente. Las cosas han ido cambiando desde que salió del colegio, los pensamientos iban adoptando formas diferentes… pero en este país no se puede vivir de una vocación poco rentable.
Baja del bus, prende otro cigarrillo y se va acercando a la esquina. Logra reconocer a algunos amigos y se acerca a saludarlos. Pregunta por ella y nadie le da razón.
Sigue caminando con Mónica y Maritza, sus dos amigas. Sin embargo, Andrés sabe que con Mónica no son sólo amigos. Algo pasó hace mucho, un beso liberó muchos sentimientos que no debieron salir.
Eso es lo de menos, Andrés camina, su cabeza está centrada en otra persona. Bota la colilla en el pavimento y la apaga con la planta de su zapatilla. Vuelve a alzar la mirada y solo mira rostros conocidos, aún no logra verla.
Se sienta en las gradas, prende otro cigarro y cierra su casaca hasta el cuello. “¡Mierda, qué frio!” piensa.
Los rostros siguen pasando por su costado, va saludando a algunos y otros sólo pasan sin tomarle importancia.
Traga el humo, golpea y ella lo mira a los ojos, Andrés sonríe y despide el humo de los labios.
-No quiero que el humo se impregne en mi cabello- dice Fernanda. Andrés se levanta y la saluda, pero cuando mira a su costado ve a otro chico que está muy cerca de Fernanda. Se hace el loco y solo mira su aspecto de rockero.
Andrés se sienta, cada vez más gente rodea su entorno.
-¿Y tú? ¿Cómo estás?- le pregunta Fernanda.
-Como siempre, aburrido.
Andrés sigue fumando, mirando sus ojos, ella se ríe y sigue conversando con los demás. Logra reconocer la caminada de una chica que atormentó su pasado, su cabello rubio, sus All Star, su mochila escocesa y sus expresiones tan graciosas.
-Estoy apurada- Le dice Fernanda a Andrés y se despide. Andrés se queda desconcertado y ve cómo se va con el rockero, sospecha algo y duda.
Andrés habla con Paul, un amigo que logró reconocer entre la multitud, y empieza a caminar lento.
Prende otro cigarro y le cuenta que Fernanda le dijo que vaya a saludarla y que le molestaba demasiado que ella se haya ido con otro.
-Es una puta, ¡Una puta de mierda!- le dice Paul a Andrés.
Andrés no sonríe y se aleja caminando un poco incomodo por la situación. Una chica se le acerca y le empieza a hablar, Andrés está un poco ofuscado como para prestarle atención y solo se resigna a escuchar. Pasa por una librería y compra dos libros casi sin verlos, paga y el viento sorprende su cuerpo. “¡Este frio de mierda me va a matar!” piensa.
De regreso, se encuentra con Maritza, conversan y deciden ir a caminar por el malecón. Toman un bus, Andrés paga y se sientan.
-¿Cómo te fue con Fernanda?- Le pregunta Maritza.
-Mal
En el bus hablan poco.
Bajan del bus y caminan por el parque Kennedy, hablan de música, de los viejos recuerdos que le traía ese lugar a Andrés. Saca una cajetilla de su bolsillo y empiezan a fumar.
Caminan por la avenida Benavides mientras Andrés le cuenta esas historias del pasado a Maritza y Maritza le sonríe. “¿Me estará escuchando?” se pregunta extrañado Andres.
De regreso toman un bus y ahora los papeles se han invertido: Maritza le habla a Andrés y Andrés no puede evitar pensar en Fernanda.
Maritza baja del bus, se despiden y quedan en verse la semana que viene. Andrés se queda solo, se pone los audífonos y empieza a leer una de las novelas que se compro en la librería, cuando esa chica le hablaba y él sólo se resignaba a pensar en por qué Fernanda se fue de esa manera.
Baja del bus, camina hasta su casa, la noche ya había entrado a la ciudad hace unas horas, él no lo había notado hasta ese momento. Entra a su casa y deja los libros en su escritorio. Un mensaje de texto de Fernanda le llega a su celular diciendo que lo quiere como no imagina, pero vio que Mónica aún se moría por él y como es su amiga, preferible dejar las cosas como “amigos”. Andres se ríe irónico, piensa que es una estupidez. “Creo que Paul tenía razón” piensa.
Andrés le manda un mensaje diciéndole que no tiene por qué decirle que lo quiere si no lo siente. Ella se lamenta y le sigue mandando mensajes. Andres se siente incomodo, le parece una completa estupidez lo que Fernanda hace, sospecha algo de ese rockerito que caminaba con ella, pero ya es demasiado tarde.
Deambula por su casa, no sabe lo que está buscando en ese lugar desconocido para él. En la cocina se topa con su mama.
-Parece que te fue bien con Andrea- Le dice su mamá.
-Si - responde. “No siempre que te digo que salgo con Andrea, salgo con Andrea” piensa y le da un beso en la mejilla. En su casa nadie se da cuenta lo que vive, Andrés tampoco sabe lo que su mamá vive. Son unos completos desconocidos.
Ya es casi medianoche y Andrés está tirado en su cama pensando, mirando el techo de su habitación con ganas de prender un cigarrillo. Piensa en todo lo que ha pasado y solo se resigna a decirse “Tranquilo, cholito. Es solo un día mas en este lugar de mierda”. Prende la televisión y no se ríe ni con su programa favorito.
Entonces va a su escritorio y prende su lap top decidido a escribir lo que le pasó ese día, cambiando un poco los nombres obviamente.
El viento se desliza sigilosamente por la ventana y Andrés empieza a temblar. Se acerca a la ventana a cerrarla para poder escribir tranquilo y piensa “¡Mierda, que frio que hace!”

1 comentario:

Luis omar dijo...

jajajaja... see hair me dijo :)... comenta otra webaa pe