mayo 13, 2025

La chica de cabello alborotado

 Conocí a Alejandra en el 2009 en nuestros años estrepitosos de la academia donde ella se preparaba para Comunicación Social y yo para Literatura ¡Todo un espectáculo! Entre separatas, libros, apuntes y clases, la saludé sin saber que nuestra amistad sería una de las más importantes de mi vida.

Para ese entonces, ella era una chaparrita tierna, divertida e inocente que generaba una atracción a cualquiera. La veía leer los libros de la academia, casi siempre apurada tomando apuntes y el cabello alborotado que le asienta tan bien. Frecuentemente llegaba a clases con ropa de colores y sus infaltables All Star, unos lentes de montura gruesa y otra vez con el cabello alborotado que era casi una marca registrada.

Teníamos una amiga en común que siempre me repetía lo linda que era Alejandra, así que un día nos sentamos cerca y la saludé. Era simple, sencilla y coincidimos en escritores y música también, tenía bastante sensibilidad y tenía un hambre de cultura muy intensa, era exactamente el tipo de personas con las que me gusta rodearme así que he cuidado nuestra amistad como un tesoro que no quiero perder. Hasta el día de hoy.

Cuando acabó ese año de la academia, al final fuimos a parar a lugares distintos y a hacer planes muy distintos de los que teníamos. Alejandra terminó estudiando Diseño Gráfico con una beca por la que luchó el resto de la carrera y muchas veces tuvo que trabajar y estudiar al mismo tiempo también. Luego entró a una agencia de publicidad y hoy trabaja en Vanguardia, me parece que es una agencia respetable si es que la Corporación Lindley es uno de sus clientes más importantes.

El sábado fuimos al centro de la ciudad a una exposición de Julio Ramón Ribeyro. En el camino primero entramos a la Casa O'higgins a una exposición de fotografía por la Bienal de Fotografía de Lima y luego fuimos a la Casa de la Literatura donde nos dimos cuenta que la exposición no era ese día. Así que le hice un pequeño tour por el centro histórico y luego terminamos en El Cordano donde tomamos algo mientras conversamos un largo rato. Cuando nos invadió las ganas de fumar, fuimos a sentarnos en una banqueta en la Plaza de Armas, pero al final terminamos en el Pasaje José Olaya fumando unos Lucky Strike mentolados y viendo una exposición de fotografía periodística del Perú21, en verdad nos gustó. Después de más y más conversaciones, nos trasladamos al Centro Cívico a tomar unos helados mientras nos contamos más cosas.

Entre todo lo que conversamos este sábado (amores, amigos, secretos, vocaciones, libros, películas, música y recuerdos, muchos recuerdos) llegué a una conclusión: he visto crecer a Alejandra, en verdad ha sido todo un proceso nuestra relación que hoy por hoy es una de las que más disfruto. Recuerdo cuando la veía en el invierno de la academia, en el 2009, y no es la misma, hoy es una mujer más segura, más independiente, más sólida y más dueña de sí misma. Su cabello está más corto pero igual de alborotado, da la impresión de que ha crecido más de lo que parece y creo que entendimos muy bien por qué esa noche, es por las experiencias que ha pasado (no especificaré cuáles) y de las que ha tenido que reponerse.

Pienso que a veces soy muy quejumbroso, que a veces le echo la culpa a todo el mundo por cosas por las cuales debería seguir luchando y no estar criticando desde la comodidad de mi habitación recién remodelada con cuadros de fotografías de mi novia y cuadros de colectivos de diseño. A veces debería de aprender más de la chica de cabello alborotado. Todo deberíamos, en realidad.

No puedo estar más agradecido por su amistad.

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